La construcción se levanta mediante una serie de muros de ladrillo, realizados con los materiales originales, que trabajan en armonía con el acero y el hormigón. Para conseguir calidez dentro del edificio se utilizó la madera, que recibe al visitante en la escalera y se hace protagonista en los pisos superiores.
Toda la intervención está dotada de especies vegetales, desde el árbol del patio exterior hasta la cortina vegetal interior o las palmeras en planta baja que ya aparecían en una fotografía del estado original de la vivienda.
Un patio para un Jupiter por MM16. Fotografía por Fernando Alda.
Descripción del proyecto por MM16
Después de meses de búsqueda, encontramos esta pequeña casa entre medianeras medio en ruinas, completamente apuntalada, con su fachada deformada entre dos edificios el doble de altos que ella. Una suerte de superviviente, de alguna manera ha conseguido persistir al desarrollismo de los ’60 escondida en la calle Martínez Montañés, que no llega a 4 metros de anchura.
Reconocida por Francisco Collantes en su Arquitectura Civil Sevillana, y sobre todo por José Ramón Sierra dentro de su colección de viviendas que conforman la trama sustentante de lo que llamamos casa sevillana, encontramos un edificio muy modificado, amalgamado de perversiones de los distintos habitantes que han ido disfrutando la casa; incluidos los últimos que, ocupando solo parte de las primeras crujías en planta baja, utilizaron el resto de la casa como fuente de extracción y venta de elementos con valor, como los azulejos de patio o el revestimiento de la escalera principal, que queda prácticamente destruida.
Un patio para un Jupiter por MM16. Fotografía por Fernando Alda.
Nuestra aproximación es la de la rehabilitación tipológica de la casa, devolviendo la estructura de zaguán-patio-escalera-galería que reconocemos como constitutiva de la vivienda en Sevilla, y modificando la posición del segundo patio para, sin alterar las dos primeras crujías, organizar la casa entre espacios más privados y recogidos a la izquierda y aperturas, luz y espacio disponible a la derecha. Así, conseguimos recoger el ritmo de sombras desde la calle a través de los dos patios, uno techado e interior y el otro abierto y en contacto con la climatología cambiante. De esta forma combinamos la experiencia fenomenológica abierta con la estructura y movimientos tipológicos de la vivienda sevillana.
Con una cuidada recuperación de los materiales originales, el régimen de muros de ladrillo taco de arcilla sin cocer se hace patente, y se propone convivir con materiales más contemporáneos como el acero y el hormigón, que no se esconden. La calidez hogareña la da la madera, que baja por la escalera a dar la bienvenida, y se hace protagonista en los pisos superiores.
Toda la intervención se completa con una cuidada selección de especies vegetales, desde el árbol de patio exterior hasta la cortina vegetal interior o las palmeras en planta baja, de la misma especie que aparece en una de las poquísimas fotografías del estado original de la vivienda.