Con un tratamiento cuidado de la luz, atenuada durante el día bajo el dosel y realzada por la luz artificial en la noche oscura del bosque tropical, el espacio configurado con tan solo dos planos, es espacio de reunión, espacio para colgar las hamacas, de protección frente a la lluvia, en definitiva un espacio de protección.
Refugio en el bosque tropical por Estudio Garúa. Fotografía de Fernando Alda.
Descripción del proyecto por Garúa
«Verde, alto, de estructura compleja y sorprendentemente oscuro en su interior… Un sentimiento casi de claustrofobia bajo el denso follaje superior… Sonidos extraños de aves sobre la cacofonía de los llamados de insectos… Una bandada ruidosa de loros vuela sobre nuestras cabezas… Las copas de los árboles se ven tan lejos, no es fácil ver que hay en ellas… Los troncos de los árboles son impulsados hacia arriba por sus raíces… No existe un suelo grueso o cobertura de arbustos, más bien es fácil caminar entre los espacios dejados por los árboles…» (Kricher et al., 2006).
Esta es la experiencia que nos ofrece el bosque tropical y que dialoga en la misma frecuencia con el edificio.
Proyectado para albergar los usos de capacitación de guías turísticos, este edificio forma parte de un campus inmerso en el bosque tropical húmedo panameño, que ofrece una serie de amenidades ecoturísticas como senderos, una torre de observación y un centro de visitantes para la interpretación del patrimonio natural de la zona. Este campus es manejado por la Fundación Avifauna Eugene Eisenman.
Refugio en el bosque tropical por Estudio Garúa. Fotografía de Fernando Alda.
La obra, formalmente, se compone de dos elementos principales. Por un lado, la gran cubierta de dos aguas que está soportada sólo con dos columnas principales y una gran viga central que también funciona como apoyo de la cumbrera, se deja caer a ambos lados hacia abajo, formando dos paraboloides hiperbólicos, cuya construcción con láminas rígidas de termopanel representa un desafío y una exigencia que lleva al material a su máximo rendimiento, en términos óptimos. Bajo la cubierta se extiende una plataforma elevada de madera que recibe a los visitantes y permite en ella usos colectivos de enseñanza, preparación y consumo de alimentos, descanso y almacenamiento, solo basta adecuar el espacio.
El refugio está concebido para mantener la relación no solo visual, sino emocional con el bosque. El visitante siempre se encontrará en una condición de contraste luminoso, en el día el follaje del bosque estará brillante y el interior se encontrará en una agradable penumbra y a la noche las luces indirectas en la cara inferior de la cubierta ofrecerán suficiente luz para habitar el espacio y el bosque se encontrará en una densa oscuridad. Esta arquitectura se manifiesta con lo mínimo, pero lo esencial para ser un espacio habitado.
La producción de este espacio ha sido un maravilloso viaje que, entre los gestores, curadores, constructores y ahora usuarios de la obra han aportado desde sus realidades sociales y culturales valiosos conocimientos que han hecho de este sitio no solo un destino, sino también un punto de partida para el descubrimiento del bosque tropical húmedo, el ecoturismo y la educación ambiental en Panamá.