Descripción del libro por Gustavo Gili
Cualquiera puede dibujar, incluso aunque se vea incapaz de ello. John Ruskin afirmaba en Los elementos del dibujo: colorido y composición (1857) que, con horas de práctica fatigosa, podía enseñar a dibujar al menos prometedor de los alumnos; también afirmaba que él nunca “había conocido a nadie que no pudiese aprender a dibujar en absoluto”. Pero, como ocurre con otras muchas disciplinas, resulta esencial desarrollar la habilidad con rigor y determinación (de forma parecida a como se aprende a tocar un instrumento musical, con una práctica constante). Henri Matisse, un consumado dibujante, consiguió una sorprendente fluidez de la línea solo gracias a un duro trabajo.
Durante un período de la década de 1930, dedicó todas las tardes a dibujar un modelo, y durante el resto de su vida mostró su desdén hacia aquellos que trataban de emular su estilo sin pasar por el necesario y duro entrenamiento. Suele considerarse que tomar apuntes del natural es la mejor forma de aprender a dibujar, ya que todos compartimos una comprensión del objeto —en una miríada de variaciones diferentes— que se presenta ante nosotros. Dibujar la forma desnuda fomenta la observación cuidadosa y permite una mayor comprensión de lo esencial del diseño: la luz y la sombra, la proporción, el color, el movimiento y la construcción. Probablemente no haya mejor manera de desarrollar un “buen ojo”.
Tener un cuaderno de apuntes constituye también una disciplina valiosísima para un proyectista, y convierte el dibujo en una actividad cotidiana. No importa si un dibujo concreto es bueno o malo; es una referencia, un registro de la memoria. Los cuadernos de apuntes son maravillosos patios de recreo para las ideas, las listas, las combinaciones de color que hay que investigar para registrar texturas fascinantes o para capturar las vistas desde una ventana. Son una forma de mejorar la comprensión del proceso de pensamiento que lleva a una solución de proyecto. Recibir un nuevo encargo es siempre un placer, pero también una responsabilidad.
Al margen del tamaño y de la naturaleza del encargo, resulta de crucial importancia que el proyectista capte la esencia del lugar. Mientras que las fotografías resultan esenciales como registros, los apuntes son el medio más inmediato de captar una respuesta personal a la localización, lo que es vital para el proceso de diseño en fases posteriores. Un nuevo diseño debería encajar en el lugar tanto en lo que respecta a sus dimensiones como a su espíritu.
La tensión en el desarrollo de las ideas puede captarse de forma rápida en una serie de bocetos a mano que pueden dar opciones para discutir más tarde y definirse con mayor detalle en un ordenador. El diálogo visual entre los dibujos a mano y a ordenador crea un dinamismo para procesar las ideas, los espacios y las formas; dos técnicas de tanto contraste generan una energía valiosa que guía el proceso de proyecto. La extraordinaria precisión de los dibujos a ordenador confirma las ideas iniciales sobre el papel; la capacidad de alternar bocetos a mano y la precisa representación digital reflejan la habilidad del proyectista para resolver problemas.
Si los programas informáticos se utilizan con habilidad, pueden crear imágenes tan evocadoras como las de los primeros esbozos. Este libro intenta mostrar el placer que puede suponer trabajar de forma coordinada con ambas técnicas, con ejemplos como el St John College de Cambridge (pág. 188) y el Jardín de la Paz de Coventry (pág. 214).
El dibujo sigue siendo una herramienta fundamental para acercarse al paisaje. La forma en la que lo utilizamos cuando estamos observándolo o representándolo en directo, in situ, es completamente a la manera en la que el dibujo se convierte en el transmisor de una idea, de un proyecto cuando imaginamos un paisaje. Y como comenta Edward Hutchison, obviamente tampoco es lo mismo realizar los dibujos que permiten la construcción de un paisaje concreto, ya sean elementos clásicos como las plantas, secciones y los alzados, como la elaboración de visualizaciones para dar una visión espacial.
Para todo aquel que está formándose o es profesional de la arquitectura y el paisajismo, dibujarlo se convierte en una necesidad constante en diferentes situaciones. Edward Hutchison realiza en este libro un exhaustivo recorrido por todos muchos de los enfoques posibles, explicando minuciosamente las técnicas de dibujo tradicionales y digitales aplicadas al proyecto del paisaje.
Para todo aquel que está formándose o es profesional de la arquitectura y el paisajismo, dibujarlo se convierte en una necesidad constante en diferentes situaciones. Edward Hutchison realiza en este libro un exhaustivo recorrido por todos muchos de los enfoques posibles, explicando minuciosamente las técnicas de dibujo tradicionales y digitales aplicadas al proyecto del paisaje.
Posibilidades en los tipos de pavimentos, jardines, mapas históricos, dibujos de concurso… el libro, editado inicialmente en inglés, se presenta en esta segunda edición ampliada en español como un clásico, aportando numerosas claves necesarias para dibujar paisajes profesionalmente.
Más información
Publicado en:
4 de Enero de 2020
Cita: "El dibujo en el proyecto del paisaje por Edward Hutchison" METALOCUS.
Accedido el
<https://www.metalocus.es/es/noticias/el-dibujo-en-el-proyecto-del-paisaje-por-edward-hutchison>
ISSN 1139-6415
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