Raúl Sánchez Architects organiza todo el interior a través de la inserción de un elemento de color y material que forma un elemento lineal de 21 metros de largo, construido en madera de nogal, oscura, con el poro abierto, que parte del salón junto a la calle Girona, recorriendo toda la vivienda, hasta llegar a la galería que se abre al patio de manzana.
A lo largo de este conector interior con su fachada madera se va articulando el programa con sus diferentes espacios generando una seriación de espacios concatenados. Esta disposición se ve favorecida por una anchura sobredimensionada del conector, que va generando una secuencia de espacios de estar, más que un elemento de conexión.
Por un lado, los espacios más colectivos, con salas que se mezclan con un uso más definido, como el salón o el comedor, con otros más ambiguos, como el acogedor espacio junto al patio interior, que recibe iluminación a través de los vidrios originales tintados de azul. Por el otro lado de la fachada de nogal, se encuentran las estancias más privadas abriendo a los espacios públicos: la cocina abierta al comedor, el baño compartido, los dormitorios. Todos los espacios se dejan ligeramente inacabados, sutilmente incompletos, que permite opciones alternativas de ocupación y uso.
Apartamento en la calle Girona por Raúl Sánchez Architects. Fotografía por José Hevia.
Apartamento en la calle Girona por Raúl Sánchez Architects. Fotografía por José Hevia.
Descripción del proyecto por Raúl Sánchez Architects
Este espacioso y largo apartamento se encuentra ubicado en una finca noble de finales del siglo XIX, y disfruta de una posición privilegiada dando fachada tanto a la calle Girona como a un amplio patio de manzana típico del ensanche barcelonés, además de contar con ventilación e iluminación adicional a través de un bonito patio interior con carpinterías de madera y vidrios tintados. Precisamente esta condición pasante del apartamento es la que dictaminó su transformación y reforma: un largo frente de madera de nogal, oscura y elegante, con el poro abierto, parte desde el salón junto a la calle Girona, y recorre toda la longitud del piso, 21 metros, hasta llegar a la galería que da salida al patio interior de manzana.
A lo largo de esta fachada interior de madera se van sucediendo los espacios con un uso más colectivo, y su anchura está siempre sobredimensionada, para ser espacios de estar, no sólo de paso, mezclando salas con un uso más definido, como el salón o el comedor, con otros más ambiguos, como el acogedor espacio junto al patio interior, que recibe iluminación a través de los vidrios originales tintados de azul. La importancia de este plano de corte/fachada interior se refuerza dotándolo de un principio y un final: en el salón, un «cuadro» de latón y acero inoxidable lo remata; hacia la galería, una puerta pivotante de iguales dimensiones recibe los mismos materiales, pero esta vez cambiados de posición, insinuando una unión inmaterial de estos dos frentes metálicos en cada extremo del piso. Más allá de esta puerta pivotante, el frente de madera se cuela en la habitación para indicar que este espacio tiene una etiqueta híbrida, pudiendo ser tanto un dormitorio como una sala de uso común más.
Apartamento en la calle Girona por Raúl Sánchez Architects. Fotografía por José Hevia.
Todos los espacios comunes están unidos por un mismo pavimento de microcemento blanco, mientras que suelos de mosaico hidráulico recuperados se disponen en lugares clave, continuando el eje del plano de madera hacia el salón mediante dos tipos de mosaico deslizados entre sí, o dando la bienvenida en el acceso y dirigiendo los pasos hacia el comedor. Por lo demás, distintas piezas de mobiliario integrado, diseñadas todas exprofeso, usan unos tonos de color alejados intencionadamente de los colores de los mosaicos o de la madera, añadiendo contrapuntos de color a un interior mayormente sosegado.
Al otro lado de la fachada de nogal, se encuentran las habitaciones más privadas o con más necesidad de aislamiento. Sus entradas se disimulan en el frente, con todas las puertas enrasadas, y cada uno de estos espacios sigue una ley propia, como si fueran estancias independientes que comparten una misma calle de acceso: la cocina abre hacia el comedor como un mundo verde con una banda blanca y amarillenta en el frente de mármol; el baño compartido juega con distintos nichos y tonos de verde y amarillo, mate y brillantes, mientras que los dormitorios son entornos más calmados con suelo de madera de roble y apuntes en azul mediante revestimientos de pared o los diseños textiles de Catalina Montaña, hechos expresamente para este proyecto.
Por lo demás, hay una vaga intención de dejar los espacios algo inacabados, con un sutil carácter incompleto, abriendo las distintas opciones de ocuparlos y usarlos.