Concluido en 1989, el Museo de los Niños supuso un punto de inflexión en la carrera del arquitecto japonés Tadao Ando, que hasta ese momento había trabajado mayoritariamente en espacios urbanos muy estrechos. El proyecto situado en el flanco de una montaña en la ciudad japonesa Himeji fue una de las primeras oportunidades que Ando tuvo de trabajar a gran escala.

El proyecto se trata de un centro cultural y educativo para niños y se divide en tres piezas distintas, un edificio central que alberga una biblioteca, teatros y salas multiusos, un segundo edificio que funciona como taller y una plaza al aire libre situada a medio camino entre los dos edificios. Todo el conjunto se hila gracias a un muro que discurre por el entorno natural con vistas al lago.
En el año 1987, el arquitecto japonés Tadao Ando fue seleccionado para desarrollar el proyecto de un centro cultural y educativo dedicado a desarrollar las capacidades artísticas y creativas de los niños. Al poder trabajar con una escala mayor que en sus anteriores obras, el conocido como Museo de los Niños le permitió a Ando lograr un aspecto monumental al que hasta ahora no había llegado, y se ubicó sobre una colina repleta de una frondosa vegetación y con vistas a un gran lago, a las afueras de la ciudad de Himeji, en la prefectura japonesa de Hyogo.

A pesar de que en sus obras anteriores Ando no había alcanzado ese grado de monumentalidad que si alcanzaría en el Museo de los Niños, en este proyecto se pueden ver muchas referencias a su obra previa. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en el muro que une las tres zonas principales del complejo, y que recuerda al largo muro que había que recorrer para llegar a su Iglesia sobre el Agua, cuya construcción terminó mientras Ando trabajaba en el proyecto del Museo de los Niños.

Si en su Iglesia sobre el Agua el muro era colocado con intención de bloquear las vistas del estanque sobre el que se colocaba el templo, haciendo que el visitante tuviera que recorrerlo escuchando únicamente el fluir del agua, en el caso del Museo de los Niños el longitudinal muro se extiende conteniendo la ladera en uno de sus laterales, y abriéndose completamente en el lateral opuesto a las vistas del lago, las cuales el visitante puede intuir tras la frondosa vegetación que se encuentra en un primer plano.
 
«El muro que se extiende a lo largo del lago atraviesa la ladera de la montaña y se incorpora a la arquitectura del museo, con la férrea voluntad de aparecer como una obra más de la naturaleza. El muro, de este modo se reconoce como un elemento arquitectónico que crea un espacio abierto a su alrededor. Esto sugiere al visitante paredes y techos invisibles».
Tadao Ando1

Ese muro es el que se encarga de unir e hilar los tres espacios que conforman el complejo del Museo de los Niños. De esos tres espacios, dos son edificios, siendo el principal y el más grande el ubicado al sur del conjunto, y el más pequeño, con las funciones de taller para los niños, el ubicado al norte. Entre esos dos edificios, además del largo muro que los une se encuentra el tercer espacio, una plaza amurallada que contiene una cuadricula de pilares y ejerce la función de nexo organizador del complejo.

Además de las labores de ser el centro ordenador del complejo, la plaza amurallada que se sitúa en la zona intermedia del conjunto sirve también como espacio de descanso al aire libre. En el interior del muro de contención de hormigón armado que da forma a esta plaza se disponen un total de dieciséis columnas de nueve metros de altura también de hormigón que se encargan de redefinir las vistas del lago y del paisaje continuamente.

Pasando ya al análisis de los edificios, el principal o el más grande acoge las funciones de biblioteca, restaurante, sala de usos múltiples y teatros, uno al aire libre y otro en el interior. El edificio está compuesto por dos volúmenes escalonados de hormigón armado que se disponen de forma paralela entre sí, lo cual recuerda a la Casa Koshino que el propio Ando había proyectado y concluido en el año 1981. Esos dos volúmenes quedan separados por su lado más corto por un estanque y conectados únicamente por una pasarela elevada.

En su interior, el edificio posee una gran cantidad de variados encuadres del exterior que hacen que la forma de percibir el paisaje del usuario cambie constantemente. Alrededor de estos dos volúmenes de hormigón se crea un gran estanque que se dispone de manera escalonada, recordando a una cascada, y que consigue reflejar el gran edificio de hormigón en sus distintas terrazas de agua.

Por contra, el otro edificio, ubicado en el extremo norte del complejo, se compone de un único volumen con una planta cuadrada de dieciséis metros de lado. El edificio cuenta con dos plantas, y en su interior alberga las funciones de un taller de artesanía para niños, donde estos pueden hacer uso libremente de todas las herramientas con el objetivo de desarrollar sus capacidades artísticas. La segunda planta cuenta con una azotea al aire libre a la que se accede por una rampa y que sirve como taller exterior y como observatorio del impresionante paisaje natural.

En cuanto a los materiales empleados por Ando en este proyecto, de nuevo vuelve a destacar el uso del hormigón armado, en el cual su tan habitual poesía de luces y sombras queda reflejada constantemente. También se introduce el vidrio, que permite crear un constante diálogo entre el interior y el exterior que ayuda a que el visitante pueda comprender mejor el entorno natural en el que se ubica el edificio. Además de esto, Ando reconoce al agua y la naturaleza como elementos arquitectónicos que ayudan a configurar el espacio.

El edificio del Museo de los Niños supuso un hito en la carrera del arquitecto japonés Tadao Ando, que hasta ese momento estaba acostumbrado a trabajar en constreñidos y estrechos espacios urbanos. Esta fue una de las primeras veces que pudo trabajar en un inmenso entorno rural, lo que le permitió crear un edificio con un aspecto de monumentalidad nunca antes visto en su obra.

NOTAS.-
1.- Tadao Ando. «Tadao Ando: 1983-2000». Madrid: El Croquis Editorial, pp. 248.

BIBLIOGRAFÍA.-
- Frampton, Kenneth. (1991). «Tadao Ando». Nueva York: The Museum of Modern Art, pp. 54-61.
- Ando, Tadao. (2000). «Tadao Ando: 1983-2000». Madrid: El Croquis Editorial, pp. 248-265.
- Ando, Tadao. (2019). «Tadao Ando 0 Process and Idea: Expanded and Revised Edition». Tokio: TOTO, pp. 168-171.
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Arquitectos
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Superficie
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Superficie.- 7.006 m². Superficie de parcela.- 87.222 m².
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Fechas
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1987 - 1989.
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Localización
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915-49 Oichinaka, Himeji, Hyogo 671-2233, Japón.
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Tadao Ando, nació en Osaka, Japón, en 1941. Arquitecto autodidacta, pasó un tiempo Kyoto y Nara, estudio de primera mano los grandes monumentos de la arquitectura tradicional japonesa. Entre 1962 y 1969 viajó a los Estados Unidos, Europa y África, para realizar un aprendizaje sobre la arquitectura occidental, la historia y las técnicas. Sus estudios de la arquitectura japonesa tradicional y moderna tuvieron una profunda influencia en su trabajo y dio lugar a una mezcla única de estas ricas tradiciones.

En 1969 fundó Tadao Ando Architect and Associates en Osaka. Es miembro honorario de las academias de arquitectura de seis países; ha sido profesor visitante en la Universidad de Yale, Columbia, y Harvard; y en 1997, se convirtió en profesor de arquitectura en la Universidad de Tokio.

Ando ha recibido numerosos premios de arquitectura, incluyendo el prestigioso Premio Pritzker de Arquitectura en 1995, la medalla de Oro del Instituto Americano de Arquitectos en 2002, y también en 2002 el Premio de Kyoto por su destacada trayectoria en las artes y la filosofía. Sus edificios se pueden ver en Japón, Europa, Estados Unidos y la India.

En el otoño de 2001, el seguimiento del plan maestro integral encargado a Cooper, Robertson & Partners en la década de 1990 y terminado en 2001, Tadao Ando fue seleccionado para desarrollar un plan maestro de arquitectura para el Sterling y Francine Clark Art Institute para ampliar sus edificios y mejorar de su campus de 140 acres.

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