
En el proceso de rehabilitación planteado por MIÀS Architects de estas nuevas viviendas con fachada a la calle Hospital, se proyectó la renovación buscando fijar una nueva identidad que facilitara el diálogo con el entorno urbano del centro de El Raval. Anteriormente existía un edificio antiguo con un local en la planta baja y un patio abierto que daba al exterior.
La planta de la parcela, característica de la segregación medieval, tiene muy poca fachada y un gran desarrollo en profundidad, lo que provocó que, para mejorar las condiciones de las nuevas viviendas, la nueva propuesta del conjunto adoptara una forma de L, cerrando el patio existente. Se añadieron también dos ascensores para reducir pasillos y agilizar las comunicaciones de los residentes, conservando los núcleos de escaleras originales.
En el volumen nuevo se proyectan tres viviendas por planta, mientras que en el antiguo se plantean dos, y se sigue conservando el local, que permanece abierto de cara al exterior. Además, se mejoraron la ventilación, la espacialidad y la iluminación de toda el área, introduciendo varios patios y aperturas que facilitaban la entrada de aire y luz.

Viviendas Sociales «Lady Raval» por MIÀS Architects. Fotografía por Adrià Goula.
La parte principal de la intervención es el patio central, ahora cerrado, al que miran todas las fachadas. Es un espacio colectivo al que todas las personas del edificio pueden acceder y en el que pueden convivir. Es donde verdaderamente se manifiesta la idea del proyecto, mediante elementos cotidianos como balcones, flores que crecen o se renuevan dependiendo de la estación, y diferentes piezas de cerámica con motivos, patrones y colores propios de la cultura del lugar.
El arquitecto y ceramista Carlos Jiménez Cenamor fue el encargado de recoger toda la tradición para representarla en las paredes, inspirándose en vestimentas y tejidos populares.
Descripción del proyecto por MIÀS Architects
«El proyecto es, al mismo tiempo, la rehabilitación de un edificio histórico en el centro de Barcelona y un homenaje a la memoria y a las raíces culturales de sus habitantes».
Josep Miàs, Director y Fundador de MIAS Architects
El edificio se sitúa en el corazón del barrio del Raval de Barcelona, una zona históricamente compleja dentro del casco antiguo de la ciudad. En respuesta a los retos urbanos que se arrastraban desde hace décadas, en el año 2000 se inauguró la Rambla del Raval con el objetivo de revitalizar el área mediante la interrupción de su densa y compacta trama urbana, introduciendo un generoso espacio público accesible para todos los vecinos.
La calle Hospital, una de las vías más emblemáticas del Raval, conserva su trazado medieval y funciona como eje de acceso principal a la Rambla. Aunque algunas de sus secciones han sufrido un cierto abandono con el paso del tiempo, sigue siendo un elemento clave en la identidad del barrio.
El Raval es un distrito culturalmente diverso, habitado por personas de múltiples nacionalidades. Esta diversidad constituye una de sus mayores riquezas, aunque la configuración urbana y su elevada densidad han contribuido, en ocasiones, a una cierta sensación de aislamiento físico y social respecto al resto de la ciudad.

En décadas anteriores, el barrio arrastraba una reputación ligada a actividades informales. El edificio objeto de esta rehabilitación no fue ajeno a dicha realidad: varios de sus microapartamentos habían sido adaptados de forma no reglada a esos usos. Muchos de sus antiguos ocupantes eran de origen extranjero, reflejando así el carácter multicultural del entorno.
El edificio original, con fachada a la calle Hospital, contaba con un acceso independiente que comunicaba varias plantas y un local comercial en planta baja. Posteriormente, se añadió un segundo volumen en forma de L, que abrazaba un patio central y lo cerraba.
Con el tiempo, los apartamentos del edificio se subdividieron en unidades muy reducidas, y se añadieron diversas construcciones auxiliares —incluyendo ampliaciones en cubierta— de manera informal. El proyecto de rehabilitación supuso la eliminación cuidadosa de estos elementos no originales para recuperar la configuración inicial: dos viviendas por planta en el cuerpo principal y tres por planta en el volumen en L. Se conservaron los dos núcleos de escaleras existentes y se incorporó un ascensor en cada edificio para mejorar la accesibilidad. El local comercial en planta baja se mantuvo abierto y con acceso directo desde la calle.
Uno de los principales objetivos del proyecto fue reintroducir aire, luz y calidad espacial en todo el edificio. Para ello, se reabrieron los patios verticales —algunos de ellos anteriormente obstruidos— y se incorporaron nuevas ventanas y puertas de balcones orientadas al patio principal, especialmente en las paredes que delimitan los rellanos de escaleras y las zonas de ascensores. Estos espacios de circulación se conectan mediante aperturas cuidadosamente situadas, fomentando la transparencia y la interacción.

El patio central se convierte en el núcleo de la intervención: un espacio común exterior al que se orientan todas las viviendas. Simbólicamente, actúa como el alma del edificio, un lugar compartido que representa la colectividad que lo habita.
El diseño trata este patio como un lienzo donde se expresa la identidad, la personalidad y la diversidad cultural de los vecinos que regresarán al edificio tras su rehabilitación. A través de referencias a lo doméstico y cotidiano —como los tejidos, la cerámica, las herramientas o los alimentos— el espacio rinde homenaje a la memoria y al legado de la comunidad. Motivos gráficos, patrones y colores se utilizan como expresiones de identidad cultural.
Este nuevo patio promueve la interacción social y el sentido de pertenencia. Sus muros perforados están revestidos con materiales sencillos, mientras que las aperturas se enmarcan con elementos cerámicos inspirados en tejidos y vestimentas. Estas piezas, diseñadas por Carlos Jiménez Cenamor —arquitecto y ceramista—, recogen patrones y geometrías propias de los lugares de origen de los habitantes y reflejan los colores vibrantes y optimistas de sus tradiciones culturales.
En última instancia, este espacio común renovado aspira a transmitir un mensaje de esperanza y transformación: un lugar donde el paso del tiempo se mide por el crecimiento de plantas y flores que cuelgan desde los balcones, símbolos de vida, memoria y renovación.