Una oficina conectada a la calle. Estudio de arquitectura por Ekain Arquitectura
23/07/2022.
[Vitoria-Gasteiz] España
metalocus, DIEGO DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ
metalocus, DIEGO DOMÍNGUEZ GONZÁLEZ
Descripción del proyecto por Ekain Arquitectura
El local, de 6 x 10 metros, estaba parcialmente ocupado por una pequeña oficina que se encontraba en mal estado. Abarca el borde de un edificio en una posición privilegiada del barrio. La reforma integral ha consistido en la demolición total y la construcción de una oficina «ex novo».
Se quería visibilizar simbólicamente la actividad (arquitectura) a través de su signo más reconocible (ladrillo): para ello, un muro de ladrillo caravista recorre el interior de la oficina de lado a lado, dividiendo en dos franjas los espacios servidos de los espacios sirvientes.
La franja ancha, vinculada a la calle, se corresponde con la zona de trabajo. Es una estancia rectangular con vocación exterior. Cuando los estores están subidos y se despejan todos los ventanales, el espacio nos otorga la experiencia de trabajar en la calle. La cota interior, sensiblemente más baja con respecto a la calle en su lado más largo, refuerza esta relación inseparable con la calle. Por el contrario, cuando cerramos el doble cortinaje y nos evadimos del exterior, el muro evoca un edificio dentro del edificio. Las mesas parecen estar dispuestas en una calleja, frente a una fachada de ladrillo. De este modo siempre está presente esa condición ambiguamente exterior.
En la franja estrecha, adosada a la medianera, van los usos secundarios: un acceso indirecto y en ligera bajada, pretendidamente constreñido; el aseo; un oficio; y el estudio de pintura donde el arquitecto desarrolla su actividad complementaria. Los techos en esta franja son bajos en previsión de una segunda planta para alojar el archivo (salvo el acceso estrecho, que agota la máxima altura).
Se ha elegido un ladrillo caravista con acabado arenado, de unas extraordinarias cualidades hápticas, que dotan al local de un cierto carácter fenomenológico, en contraste con el resto de acabados, más asépticos. Ese gran muro se perfora por una serie de aperturas de diferente tamaño, de modo que en su vista frontal, o desde el exterior, el ladrillo configura un volumen cerámico y corpóreo que se ha ocupado y que en el espacio de trabajo funciona como un pequeño túnel oteiziano.
Se pretendía, además, jugar con la dislocación de los materiales: el ladrillo caravista, que habitualmente se coloca en fachadas, es aquí el material distintivo interior. Por contra, el revestimiento de las fachadas se resuelve con un lucido de mortero blanco a la cal. Así, el ladrillo exterior queda dentro y el lucido interior, fuera. Los escaparates, simétricamente ubicados en fachada, trasladan al exterior ese muro interior.
«Al exterior, enlucido de cal; al interior, ladrillo caravista. Desde el exterior, un muro, dentro, que se abre.»
Se han domotizado todos los elementos de iluminación y cortinajes para subrayar el carácter escenográfico del muro, cuya visión nocturna, cambiante según el día, resulta atractiva desde la calle.
El mobiliario se dispone en la parte baja de forma que las visuales alcanzan y sobrepasan, de forma limpia, el perímetro del local hasta alcanzar la calle que, como hemos comentado, queremos que entre dentro (o que la oficina salga fuera). Los ventanales coinciden con el plano de trabajo: la calle queda sostenida, al interior, por unas repisas generosas.
En previsión de que ese muro se ensucie y termine recibiendo alguna desgraciada pintada se han plantado una parra y una glicina. Con el tiempo crecerán y ocuparán, el verde y sus sombras, gran parte de las fachadas, lo que permitirá repasos y repintados parciales, una mezcla de blancos y, al fin, una presencia más de pueblo.
El resto de decisiones van encaminadas a lograr un resultado limpio y cómodo, garantizando un estándar de confort y eficiencia energética por encima de los requisitos normativos: se ha estimado y se está comprobando una factura energética de 25 euros mensuales.