La Villa Savoye es la última de las cuatro composiciones que, hasta 1929, Le Corbusier estuvo desarrollando: la primera fue la Maison La Roche, una versión purista de la planta neogótica en forma de L, un género bastante fácil, pintoresco y móvil; la segunda es la Villa en Garcher que para Le Corbusier era el prisma ideal; la tercera es la Weissenhotsiedlung en Stuttgart, un planteamiento alternativo para conciliar la primera y la segunda; y la culminación fue la Villa Savoye, que era el desarrollo del planteamiento de la primera pero circunscrita en un circulo.
La primera impresión de la Villa Savoye es que el volumen principal descansa sobre pilotes en el centro de una gran extensión de césped: un objeto de contemplación. Le Corbusier estaba más interesado en conseguir un orden visual y estético, asociado a la razón y la geometría, basando su génesis en la teoría del Purismo.
La maquina de habitar de Le Corbusier: Villa Savoye. Fotografía por Montse Zamorano.
Un aspecto diferenciador entre las dos fachadas es que la estructura sobresale en voladizo en la parte delantera y trasera del edificio, mientras que las laterales están a ras de los pilotes. Esto no sólo hace que los laterales sean más largos, sino que al estar los pilotes retranqueados acentúa la parte superior.
La planta baja está retranqueada respecto a la planta principal. La curvatura, formada por un muro de vidrio, sigue la trayectoria del automóvil permitiendo un acceso directo a la villa. El movimiento de los coches era un motivo que apasionaba a Le Corbusier y fue la causa de la concepción del edificio. En esta planta encontramos las dependencias de servicios y el garaje. Al acceder nos encontramos con una escalera y una rampa que nos dirigen a las estancias superiores. Para Le Corbusier la escalera era lo que ‘separaba’ y la rampa era lo que ‘unía’ todas las plantas: nos lleva hasta el cielo desde la planta inferior.
En la segunda planta, Le Corbusier organizó la vivienda en una planta en L dependiendo de los usos, separando de forma tajante las aéreas comunes, las públicas y las habitaciones. El eje de unión entre estos espacios sería la ventana que recorre todas las fachadas de la villa. La sala estar puede considerarse parte de la cubierta, pues dos terceras parte de está son un patio abierto que ocupa la fachada oeste y disfruta de las mejores vistas. Las habitaciones tienen acceso a través de pasillos que los separan del baño principal y vestidores. Esta distribución de los dormitorios y sus anexos recuerdan los palacetes parisinos del siglo XVIII. El cuarto de baño recibe luz cenital.
La villa no hubiese existido de no ser por la utilización del hormigón armado. Le Corbusier había pasado mucho tiempo estudiando las posibilidades de la construcción a base de soportes y forjados que desembocaría en los ‘cinco puntos’. Las placas de entre piso están construidas en hormigón armado, con enlucidos en yeso para las paredes, hierro en pasamanos y acero para los perfiles o bordes de las ventanas. Las aéreas de aseo o servicios están revestidas de azulejos de diferentes tonos según el espacio.
En la Villa Savoye, los muros de la rampa de la cubierta transmitían su carga de manera irregular, a través del forjado, a unos soportes que no estaban colocados directamente debajo y en el garaje, un soporte que molestaba se eliminó sin más. Se posibilitó que los soportes cercanos a la rampa no estuviesen alineados con los demás. Una comparación de las distintas fases del proyecto muestra que Le Corbusier fue transgrediendo cada vez más el rigor formal de su retícula de soportes, aunque ese orden se manifestaba en cada fachada.
Los arquitectos coetáneos debieron de quedar impresionados con el extraordinario contraste entre las tres plantas de la Villa Savoye: la retícula de soportes, la escalera y la rampa.
Arquitectos como Edwin Lutyens, Frank Lloyd Wright, Hans Scharoun o Erich Mendelsohn entendían que la villa tenía una parcela generosa que daba la oportunidad de generar un hermoso jardín y permitir una dialéctica entre el interior y el exterior; pero, Le Corbusier hizo todo lo contrario, situó la Villa en el centro del solar, la rodeó de un manto de césped (el cual tenía que mantenerse podado todo el tiempo) y, si bien el usuario podía contemplar el exterior por los grandes ventanales continuos, la vida social se hacia dentro de la villa.
La maquina de habitar de Le Corbusier: Villa Savoye. Fotografía por Montse Zamorano.
Historia
En 1928, Le Corbusier fue elegido por Pierre Savoye y su esposa para construir la casa familiar de fin de semana. Le Corbusier les propuso un proyecto basado en una ‘caja sobre pilotes’, siguiendo así los cinco puntos de una nueva arquitectura y su propuesta es aceptada por los propietarios. La Villa Savoye es la pura imagen de estos cinco puntos que, en 1926, Le Corbusier había planteado y es el mejor ejemplo de la planta libre en su obra. Los trabajos en la Villa Savoye se inician este mismo año.
Le Corbusier encontró en la Villa Savoye algunas ventajas importantes porque del programa no era muy exigente, poseía un presupuesto holgado y el proyecto no estaba limitado por un solar, cuestión que sí lo había coaccionado en otras ocasiones. Entonces emplaza la Villa olvidándose de su entorno, lo que dio paso a referencias posteriores basadas en una malla ortogonal de pilares de hormigón distantes entre sí a 4,75 metros unos de otros.
La Villa Savoye no se usó mucho pero pudo haber sido utilizada para fiestas veraniegas donde los invitados no se quedarían a dormir. Durante la mayor parte de su vida ha sido un monumento vacio, reparado de vez en cuando y un lugar de peregrinación arquitectónica, donde podernos encontrarnos con su autor. Este panorama contrasta notablemente con la fantástica vida en las fotografías, las páginas impresas y fama de la que ha gozado este magnífico edificio a través del tiempo.
La casa fue ocupada por los alemanes y luego por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial entre los años 1940 y 1945 terminando severamente dañada.
En 1958 se pone en peligro la integridad de la Villa Savoye pues se aprueba la construcción de una escuela en el solar donde está se encuentra. Pero en 1962, la ciudad da a la Villa Savoye un ‘Estado de adopción’ para protegerla. Al año siguiente, en 1963, comienza su restauración general por el arquitecto Jean Dubuisson y en 1965 se convertiría en el primer monumento catalogado de Le Corbusier. La obra de restauración es continuada por Jean-Louis Véret entre 1985 y 1992 y abre sus puertas al público en 1997.
Le Corbusier muere en agosto de 1965, antes del inicio de la rehabilitación diseñada por él, que si se hubiese llevado a cabo, la villa habría sido modificada considerablemente. Paradójicamente la villa parece extramente moderna hoy en día, pese a ser la representante de toda una época.