Ayer nos dejaba en Madrid,
Andrés Perea Ortega, arquitecto. Fallecía tras detectársele un cáncer a principios del año pasado. Le conocí una noche de 1990 con otros amigos cuando estaba terminando los estudios de arquitectura, en una cena que organizaba otro buen arquitecto Alfonso Valdés, y tuve la suerte de mantener su amistad durante todos estos años.
A
Andrés lo recordaremos por su erudición, su brillante trabajo como arquitecto, como profesor, por su virtuosismo con la guitarra, su lucidez y pasión por la arquitectura. Apasionado, vehemente y siempre lleno de energía, algo que mantuvo en todo momento.