El arte de esculpir el espacio para satisfacer necesidades físicas, emocionales y espirituales del individuo genera así en los tiempos modernos una peligrosa combinación de omnipotencia e impotencia donde se diluye la presencia humana y su esencia.
«Arquitecturas de aire» da expresión a la sensación de soledad que el hombre percibe al adentrarse en unos espacios concebidos como un todo grandioso, pensados y ejecutados por hombres, pero donde el ser humano se convierte en protagonista secundario.
El fotógrafo Javier Bravo, como el mismo afirma, pretende «devolver el protagonismo al ser humano, quien nunca debió dejar de ser el centro de la arquitectura».