Como estrategia proyectual, la propuesta realizada por ABF-LAB busca reducir al mínimo su impacto en el terreno, reduciendo al máximo su huella de carbono. Para ello, la Casa de la Solidaridad Departamental evita la implementación de recursos no renovables y prescinde de aquellos productos derivados del petróleo que emiten compuestos orgánicos volátiles y presentan un alto consumo de energía.
Construida con materiales franceses de origen biológico y local, la intervención prioriza la economía circular: toda la estructura y los acabados están realizados con madera, mientras que las puertas y los radiadores de madera fueron rescatados de la antigua comisaría de policía ubicada en el mismo terreno. La combinación de estrategias pasivas garantiza el confort en verano, en tanto que la calefacción se genera con una caldera de biomasa y un sistema central fotovoltaico solar. En línea con criterios de sostenibilidad, el proyecto asume su compromiso ecológico y brinda respuesta a los desafíos cruciales del medio ambiente.

Casa de la Solidaridad Departamental en Langon por ABF-LAB. Fotografía por Ivan Mathie.
Descripción del proyecto por ABF-LAB
Diseñada para responder a los desafíos cruciales del medio ambiente, la energía, el clima y la salud, la Casa de la Solidaridad Departamental en Langon (Gironda), obra de ABF-LAB, se basa en un enfoque ambiental radical que combina bioclimatismo, sistemas pasivos y el uso íntegro de materiales naturales para implementar una nueva metodología constructiva.
Este proyecto arquitectónico fue concebido como un acogedor centro social con un ambiente interior cálido, creado mediante el uso de materiales naturales en todas sus paredes (madera, revoco de tierra y cal), cumpliendo así con las expectativas del encargo social. La organización espacial interior se articula en torno a un núcleo central luminoso que alberga la gama completa de servicios sociales.
El proyecto se enorgullece de su baja huella de carbono y prescinde de productos que emiten compuestos orgánicos volátiles, materiales de alto consumo energético y derivados del petróleo, así como de recursos no renovables. Por ejemplo, se han prohibido adhesivos nocivos, estructuras metálicas secundarias frágiles y materiales desechables. Toda la estructura y los acabados están realizados con madera, tierra y más de mil balas de paja. Construido íntegramente con materiales franceses, sin procesar, de origen biológico y local, el proyecto prioriza la economía circular, reutilizando puertas y radiadores de madera rescatados de la antigua comisaría de policía ubicada en el mismo terreno.
El confort en verano está garantizado sin aire acondicionado gracias a una combinación de sistemas pasivos: ventilación natural mediante corrientes de aire térmicas gracias a claraboyas y un ventilador, inercia térmica proporcionada por los enlucidos interiores de tierra y una celosía de adobe que favorece un microclima interior más fresco. El diseño también incorpora una eficiente protección solar exterior mediante un toldo perimetral, persianas venecianas exteriores y contraventanas de mimbre.
La calefacción se genera con una caldera de biomasa y un sistema central fotovoltaico solar, que produce más de la mitad de la energía necesaria para el funcionamiento del edificio. Los usuarios han recibido formación sobre el uso de las instrucciones de funcionamiento bioclimático del edificio, integrando así a los usuarios empoderados con el diseño arquitectónico-técnico para afrontar los retos ecológicos del proyecto.