El edificio se inserta en el tejido urbano con cualidades protectoras y masivas. El volumen continuo modula su presencia en la ciudad adaptando la escala de sus huecos en cada fachada de manera minuciosa. Mientras que los interiores son abiertos y luminosos organizados en torno a patios sobre los que se vuelcan las circulaciones generales.
Descripción del proyecto por Laguillo + Marqués + Schönegger
Situado frente al conjunto monumental de la ciudad de Córdoba, el Campo de la Verdad ha sufrido una fuerte transformación durante los últimos años. La rehabilitación y peatonalización del Puente Romano y el entorno de la Torre de la Calahorra, así como la construcción del Puente de Miraflores han mejorado sustancialmente la conexión entre las dos márgenes del río Guadalquivir. También, importantes equipamientos como el nuevo Parque de Miraflores y el Espacio Andaluz de Creación Contemporánea C4 han terminado por disolver la condición de arrabal extramuros que históricamente ha caracterizado a este lugar. Desde este punto de vista, los terrenos ocupan una posición estratégica debiendo ser entendido no solo en relación al tejido local sino a esta nueva condición.
La afectación de una Ordenanza de Protección Tipológica indujo a una recreación tipológica basada en la definición de fachadas masivas, protectoras, e interiores abiertos y luminosos organizados en torno a patios sobre los que se vuelcan las circulaciones generales. El proyecto interpreta esta normativa como el deseo de evocar situaciones familiares en nuestra cultura: el zaguán como transición entre lo público y lo privado; la contraposición entre el ambiente controlado y sosegado del patio ‐caracterizado por la presencia del agua y la vegetación‐ y las pesadas fachadas de huecos verticales; o una determinada materialidad derivada de la construcción mediante sistemas tradicionales. Por tanto, uno de los principales objetivos fue traducir a un lenguaje contemporáneo esta arquitectura, estableciendo al mismo tiempo una relación de continuidad –sin nostalgia‐ con los valores y recuerdos que desde la memoria colectiva asociamos a ella.
Se propone la entrada al edificio desde un pequeño espacio público. Esta relación de continuidad entre la calle y el patio, lo público y lo privado, se articula a través del vestíbulo entendido como zaguán, umbral de espera. El conjunto se organizará en torno a un patio, cálido y sosegado, caracterizado por la presencia de vegetación y agua, sistema tradicional de control pasivo de las condiciones ambientales. El acceso de vehículos se produce desde una calle lateral, aprovechando el desnivel de los terrenos para reducir la profundidad de excavación y posibilitar el acceso mediante una suave rampa.
El edificio se muestra a la ciudad masivo y protector, un cuerpo continuo que modula su presencia ajustando la escala en cada fachada. Hacia el río los huecos son de mayor tamaño como respuesta al paisaje de la ribera y las vistas al conjunto monumental, mientras que hacia el interior del barrio reducen su dimensión, estableciendo cierta relación de continuidad con este.
El programa se compone de 14 apartamentos con garaje, abiertos en su mayoría exclusivamente al exterior para preservar la intimidad desde de la galería. El pequeño programa es común en todos ellos: aseo, estar‐comedor‐cocina, y dormitorio, proyectando la continuidad entre estos últimos con el objetivo de crear un espacio más fluido que compensara su reducida superficie.
Una barandilla ornamental de cualidad casi textil entra en resonancia con imágenes propias de la cultura popular y motivos vegetales. El chino lavado tradicional, la piedra natural, el mortero de cal, la madera, el agua y las plantas completan la materialidad del patio, entonada para producir una atmósfera placentera, familiar y extraña a un tiempo. Una tensión entre tradición y contemporaneidad que hilvana finalmente todas las decisiones del proyecto.