
El estudio Matière Première Architecture dedica a cada edificio un uso diferente: uno a la producción artesanal y otro al trabajo, la reflexión y la participación ciudadana. Centrándonos en el edificio de oficinas, se trata de una forma minimalista que se presenta como un escaparate en constante evolución. La planta baja es versátil, ya que se planteó en un principio como espacio de oficinas adicional, pero actualmente se utiliza como sala de exposición. La escalera conecta los espacios públicos de la planta baja con el estudio creativo de la planta superior.
Se buscaba integrar el edificio con su entorno, además de mantener la mayor parte del terreno en su estado natural. De esta forma, se implementaron jardineras bajas de hormigón con hierbas y coníferas, junto con un pavimento, para crear una barrera visual entre los paisajes construidos y los intactos. En el interior, la estructura de vigas vistas y la carpintería revestida de tela no son únicamente decisiones estéticas. Junto a la escalera escultural de acero plegado, rematada con roble, y al revestimiento de cedro blanco, se refleja la pausada evolución del edificio.

L’atelier por Matière Première Architecture. Fotografía por Alex Lesage.
Descripción del proyecto por Matière Première Architecture
Matière Première Architecture es un estudio de arquitectura con sede en los cantones del este de Quebec. En estrecha colaboración desde 2016 con su empresa hermana, la constructora Nu Drom, ambos equipos buscaban desde hacía tiempo un emplazamiento permanente donde consolidar su identidad compartida, basada en la integración fluida del diseño y la construcción. La oportunidad de adquirir conjuntamente un terreno a las puertas de la ciudad de Magog, junto con un tercer socio del sector de la carpintería, marcó el punto de partida de un proyecto fundacional.
Matière Première Architecture diseñó dos edificios y Nu Drōm los construyó simultáneamente: uno dedicado a la producción artesanal y el otro concebido como un espacio de trabajo, reflexión y participación ciudadana. Mientras nos centramos aquí en el edificio de oficinas, ambas estructuras se concibieron como parte de un conjunto arquitectónico unificado, coherente tanto en su materialidad como en su ubicación.

Es en esta pintoresca región de Quebec, famosa por sus paisajes montañosos y frondosos bosques, donde surge un nuevo proyecto arquitectónico, profundamente en sintonía con su entorno. Ubicado en un terreno cubierto de pinos con vistas a la Carretera 10 y frente al Monte Orford, Atelier Matière Première – Nu Drōm es más que una intervención arquitectónica; ofrece una experiencia inmersiva y táctil.
El sitio, impregnado de recuerdos locales y que en su día albergó un apreciado restaurante, se convirtió en el escenario para que Matière Première y su equipo arraigaran una visión contemporánea que presta especial atención al patrimonio natural y cultural.
“Diseñar aquí significó escuchar primero: escuchar la tierra, la historia del lugar y nuestras propias necesidades como creadores”, afirma Etienne Chaussé.

Un edificio que convive con el paisaje
El edificio de oficinas, con su silueta minimalista inspirada en la arquitectura rural vernácula, está concebido como un escaparate en constante evolución para la práctica creativa del estudio. Los ventanales, cuidadosamente ubicados de suelo a techo, crean sutiles juegos de luz que cambian con las horas y las estaciones, garantizando que cada experiencia en el espacio sea única.
“Queríamos que el edificio se integrara armoniosamente con su entorno”, explica Marc-Antoine Chrétien, arquitecto del proyecto. “Cada abertura se diseñó para establecer una conexión permanente, casi orgánica, con el exterior”.
El revestimiento de cedro blanco, sin tratar, desarrollará una pátina plateada con el tiempo, reflejando la lenta evolución del edificio en su entorno natural.

Un umbral deliberado entre lo construido y lo natural
El diseño paisajístico jugó un papel central en el proyecto. Si bien el sitio se eligió por sus vistas, su carácter virgen también tenía un gran valor. Para proteger esta integridad, se dejaron grandes porciones del terreno en su estado natural. Para definir una transición clara entre los paisajes construidos y los intactos, el equipo de diseño implementó jardineras bajas de hormigón con hierbas y coníferas, así como un pavimento cuidadosamente colocado. El objetivo era crear una barrera visual y sensorial entre el edificio y su entorno boscoso, una forma sutil de afirmar la presencia humana respetando el ecosistema.

Espacios interiores de luz, calidez y flexibilidad
En el interior, la arquitectura equilibra apertura e intimidad, funcionalidad y ambiente. Una escalera escultural de acero plegado, rematada con roble, actúa como bisagra espacial, conectando los espacios más públicos de la planta baja con el estudio creativo de la planta superior.
“Las vigas vistas y la carpintería revestida con tela no son solo decisiones estéticas”, explica Samuel Godin, director del proyecto. Contribuyen a la experiencia táctil y acústica, aportando suavidad y tranquilidad al espacio de trabajo.
La flexibilidad también impulsó la distribución interior. La planta baja, actualmente utilizada como sala de exposición, se concibió para convertirse fácilmente en espacio de oficinas adicional según las necesidades, garantizando así su durabilidad sin necesidad de demolición.
“Anticipar las necesidades futuras para evitar renovaciones innecesarias es fundamental para una arquitectura bien pensada”, añade Francis Provost, arquitecto paisajista y director de proyectos.

Confort térmico y el papel de la luz natural
El confort térmico y el aprovechamiento de la luz natural guiaron las decisiones de diseño desde los primeros bocetos. Las fachadas acristaladas, estratégicamente orientadas, ayudan a regular la temperatura interior a la vez que maximizan la entrada de luz natural. En la fachada sur, la pared de vidrio está deliberadamente retranqueada respecto a la envolvente del edificio, creando un amortiguador térmico que limita la ganancia de calor solar en verano y mejora el calor pasivo en invierno. Al oeste, una mampara exterior de madera filtra la luz solar vespertina de ángulo bajo, proporcionando confort visual sin comprometer la conexión con el paisaje. Esta armoniosa integración de estrategias pasivas ayuda a crear espacios cómodos e inspiradores. Aquí, la luz natural se trata como un material vivo, fundamental para el enfoque arquitectónico del estudio.

Un proceso compartido, un espacio compartido
El proceso de diseño en sí mismo estuvo marcado por un espíritu de autoría compartida. Arquitectos, carpinteros y paisajistas trabajaron en estrecha colaboración durante todas las etapas del proyecto, desdibujando las fronteras entre disciplinas y fomentando un profundo sentido de pertenencia y orgullo. El resultado es un lugar de trabajo moldeado no solo por la visión, sino también por las manos y las mentes de quienes ahora lo habitan. Esta sinergia entre concepto y artesanía encarna la filosofía del estudio: una arquitectura que se siente tanto como se ve.