Contar la historian real no siempre resulta sugerente, y se ha preferido generar discursos básicos y epicos, a veces necesarios como asideros para salir de la oscuridad, pero que a la larga son falsos reflejos de la realidad y pueden menoscabar el potencial y valor real de las aportaciones más importantes a nuestra cultura. Ser criticos y ver las luces sin ocultar las sombras bajo la alfombra, no permite generar una visión crítica y más atenta contra las siempre acechantes seducciones del fascismo.
Bajo el manto de la Bauhaus después de 1945 se ha presentó una historia no siempre rigurosa en la que todos sus miembros fueron vistos como héroes y mártires que desafiaron a los nazis, una idea que generó la ilusión de que la modernidad –y con ella la Bauhaus– era la encarnación de lo «bueno» y «perseguido». La realidad fue más un cruce de imágenes grises.
La historia de Otti Berger ejemplifica esta situación. Berger llego a la la Bauhaus en Dessau (la sede que comunmente la mayoria considera la Bauhaus) en 1927 y junto a Anni Albers y Gunta Stölzl revolucionaron el taller de tejidos. Ese mismo año la escuela abrio una sección de arquitectura a la que se incorporaríaa al poco tiempo el austriaco Fritz Ertl, y dado el pequeño tamaño de la escuela es muy posible que ambos se conociesen al menos de vista.
Pocos años después, en abril de 1944, Berger (en parte sorda, judía y comunista) fue arrestada en su ciudad natal, Zmajevac, en la Yugoslavia ocupada por los alemanes y trasladada a Auschwitz el 29 de mayo, de donde no se vuelve a saber nada de ella. Un lugar en el que su antiguo compañero, Fritz Ertl, by then a Nazi party member and SS Untersturmführer, había diseñado los crematorios del campo de concentración de Auschwitz, que eufemisticamente estaban reflejados en los planos como Badeanstalten (baños de natación). Alli desaparecian siete estudiantes más de la Bauhaus.
Bajo el título «La Bauhaus como lugar de lucha política, 1919 –1933», la exposición del Museo Neues Weimar ilumina los conflictos artísticos y políticos en la Bauhaus. Estos comenzaron con la fundación de la escuela de arte y diseño en Weimar y continuaron sin cesar cuando la Bauhaus se trasladó a Dessau y Berlín.
El Museo de la Bauhaus, «Extirpados – Confiscados – Asimilados, 1930/1937», se centra en las confiscaciones de “arte degenerado” de 1937 y la campaña que las precedió en Weimar. Ya en 1930 las autoridades ordenaron la retirada del Museo del Castillo de Weimar de más de 70 obras de artistas como Lyonel Feininger y Paul Klee. En 1937, se confiscaron más de 450 obras, una pérdida cultural para las colecciones de Weimar que todavía se siente hoy.
La exposición en el Museo Schiller, titulada «Vivir en la dictadura, 1933-1945», arroja luz sobre cómo los miembros de la Bauhaus se adaptaron o sucumbieron a las nuevas circunstancias políticas después de 1933. Muchos Bauhäusler tenían pocas opciones; Bajo un régimen antiizquierdista y racista, perdieron sus empleos y se vieron obligados a exiliarse. Al menos veintiún estudiantes de la Bauhaus murieron en guetos y campos de concentración. Sin embargo, la mayoría no eran objetivos del régimen nazi. De hecho, participaron en exposiciones de propaganda y ferias de diseño, y diseñaron carteles de películas, muebles, enseres domésticos e incluso bustos de Hitler.
Juntas, las tres partes de «La Bauhaus y el nacionalsocialismo» presentan así una historia nueva, a menudo incómoda, de la Bauhaus y su legado. Porque, mucho después de 1945, persistió la ilusión de que el modernismo –y con él la Bauhaus– era excepcionalmente «bueno» y «perseguido». Como muestra el destino de muchos miembros de la Bauhaus, una actitud artística innovadora por sí sola no protege contra las seducciones del fascismo.
La exposición de tres partes se complementa con la instalación «Monumento a la Honestidad» en el Museo Bauhaus de Weimar del trío de artistas Friedrich von Borries, Frieder Bohaumilitzky y Jens-UweFischer, compuesta por el famoso mueble Tipo 602 del diseñador de la Bauhaus Franz Ehrlich. En una segunda instalación, los visitantes pueden experimentar la legendaria exposición de la Bauhaus «Bauhaus 1919 – 1928» tal como apareció en 1938 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Utilizando gafas de realidad virtual, los visitantes pueden recorrer virtualmente las salas de exposición del MoMA y ver la exposición de 1938.
El Museo de la Bauhaus, «Extirpados – Confiscados – Asimilados, 1930/1937», se centra en las confiscaciones de “arte degenerado” de 1937 y la campaña que las precedió en Weimar. Ya en 1930 las autoridades ordenaron la retirada del Museo del Castillo de Weimar de más de 70 obras de artistas como Lyonel Feininger y Paul Klee. En 1937, se confiscaron más de 450 obras, una pérdida cultural para las colecciones de Weimar que todavía se siente hoy.
La exposición en el Museo Schiller, titulada «Vivir en la dictadura, 1933-1945», arroja luz sobre cómo los miembros de la Bauhaus se adaptaron o sucumbieron a las nuevas circunstancias políticas después de 1933. Muchos Bauhäusler tenían pocas opciones; Bajo un régimen antiizquierdista y racista, perdieron sus empleos y se vieron obligados a exiliarse. Al menos veintiún estudiantes de la Bauhaus murieron en guetos y campos de concentración. Sin embargo, la mayoría no eran objetivos del régimen nazi. De hecho, participaron en exposiciones de propaganda y ferias de diseño, y diseñaron carteles de películas, muebles, enseres domésticos e incluso bustos de Hitler.
Juntas, las tres partes de «La Bauhaus y el nacionalsocialismo» presentan así una historia nueva, a menudo incómoda, de la Bauhaus y su legado. Porque, mucho después de 1945, persistió la ilusión de que el modernismo –y con él la Bauhaus– era excepcionalmente «bueno» y «perseguido». Como muestra el destino de muchos miembros de la Bauhaus, una actitud artística innovadora por sí sola no protege contra las seducciones del fascismo.
La exposición de tres partes se complementa con la instalación «Monumento a la Honestidad» en el Museo Bauhaus de Weimar del trío de artistas Friedrich von Borries, Frieder Bohaumilitzky y Jens-UweFischer, compuesta por el famoso mueble Tipo 602 del diseñador de la Bauhaus Franz Ehrlich. En una segunda instalación, los visitantes pueden experimentar la legendaria exposición de la Bauhaus «Bauhaus 1919 – 1928» tal como apareció en 1938 en el Museo de Arte Moderno de Nueva York. Utilizando gafas de realidad virtual, los visitantes pueden recorrer virtualmente las salas de exposición del MoMA y ver la exposición de 1938.
Casi treinta años después en 1972 Fritz Ertl sería juzgado por su papel en el proyecto del crematorio en el que se habría desaparecido su compañera. Su respuesta fue que no tenía idea del uso que se le dió y que solamente había sido arquitecto poniendo en práctica lo que había aprendido en Dessau. Fue encontrado no culpable.