
La intervención realizada por Barozzi Veiga y Tab Architects para el museo de artes visuales consistió en la supresión de añadidos ajenos a la configuración original de la abadía y en la incorporación de un nuevo pabellón. Atenta al valor histórico del lugar, la propuesta plantea una arquitectura contenida, que establece un diálogo equilibrado entre lo contemporáneo y lo preexistente. La presencia del nuevo volumen, revestido en ladrillo oscuro, se inserta con naturalidad en el entorno urbano gracias a su geometría vertical y su implantación ortogonal.
En las construcciones conservadas, las modificaciones fueron limitadas, permitiendo recuperar la esencia espacial y ambiental de los interiores, que ahora se adaptan como espacios para albergar exposiciones. Como resultado de esta operación, los autores han generado en el centro de Cortrique un ámbito destinado al arte y a las actividades colectivas, que se vincula de manera orgánica con la memoria del lugar y favorece el encuentro cultural entre los habitantes.
La propuesta pone de relieve la cualidad espacial de la capilla y los antiguos dormitorios, y restituye el antiguo patio como parte activa del conjunto. A esto se suma un nuevo espacio subterráneo destinado a exposiciones contemporáneas, que, junto con el pabellón añadido en el parque, establece una relación coherente con las formas y proporciones de la arquitectura histórica, reforzando su presencia sin competir con ella. Cada sala ofrece una atmósfera particular, diseñada para enriquecer la experiencia artística y colectiva.

Nuevo museo de artes visuales Abby Kortrijk por Barozzi Veiga + Tab Architects. Fotografía por Stad Kortrijk.
Descripción del proyecto por Barozzi Veiga + Tab Architects
El proyecto para Abby Kortrijk amplía y transforma el histórico complejo de la Abadía de Groeninge en un espacio artístico para exposiciones temporales y eventos públicos. Abby Kortrijk es un nuevo tipo de museo: un lugar para todos, abierto y versátil, un espacio urbano en el maravilloso entorno del Parque Begijnhof, en el centro de Cortrique.
El diseño se centró en una interpretación amplia del tema de la identidad, donde conceptos como la persistencia, la restauración y la transformación se equilibraron cuidadosamente para redescubrir una nueva identidad para el conjunto, profundamente arraigada en lo existente.

La propuesta revela la hermosa espacialidad de la estructura original de la capilla y los dormitorios de la abadía, restaura el antiguo patio y añade un espacio subterráneo de exposiciones de vanguardia. Cada una de estas salas tiene una atmósfera diferente, creando espacios para el arte y las actividades compartidas con sus propias características.
Si bien el área de exposición se ubica bajo el complejo, la distintiva presencia del nuevo pabellón del parque establece un diálogo con las estructuras históricas, tanto por su forma, que evoca la verticalidad de sus cubiertas inclinadas, como por la lógica de su disposición ortogonal. El nuevo edificio se presenta como un elemento claramente reconocible en diálogo con la arquitectura existente; un pabellón más que continúa la historia de la composición urbana. Sus fachadas, revestidas de ladrillo oscuro, le confieren el carácter de un elemento independiente dentro del complejo histórico.
La nueva arquitectura es sobria y razonada, definida por intervenciones sutiles y bien pensadas que crean un equilibrio entre lo nuevo y lo existente, realzando la historia del sitio y proporcionando nuevos espacios para el futuro.

Descripción de la intervención
Desde una perspectiva de diseño urbano, el proyecto elimina elementos que no formaban parte de la disposición original de la abadía e introduce un nuevo pabellón, ubicado ortogonalmente a la composición existente y con vistas al parque Begijnhof. Esta intervención redefine el claustro original y crea un pasaje desde la Groeningestraat hasta el jardín público.
El pabellón, conectado al complejo a través del antiguo edificio de dormitorios, alberga un bar y un restaurante. Sus fachadas inclinadas crean un ambiente acogedor y protegido, a la vez que maximizan el espacio interior. Aquí se puede colocar una mesa larga, que evoca el refectorio común de una abadía.
Se realizaron intervenciones mínimas en el antiguo edificio de dormitorios, restaurando las ventanas, el techo y el suelo de terracota roja originales. Se añadió una vitrina alargada para exhibir obras de la ciudad de Kortrijk, invitando a los artistas a interactuar con la colección.

La abadía funciona como una casa de arte, donde los visitantes experimentan el arte en todas sus salas. Desde el dormitorio hasta el pabellón, se puede disfrutar de las exposiciones sin necesidad de entrada. Sobre el dormitorio se encuentra el salón, junto a la antigua capilla.
La antigua capilla es uno de los elementos más antiguos de la composición. Al eliminar los pasillos y entrepisos anexos existentes, el proyecto recupera la grandeza original de la abadía; sin plantas intermedias, el edificio del siglo XVI recupera su atmósfera original y ofrece un nuevo espacio vertical para exposiciones.

Para evitar sobrecargar el parque y dar espacio al edificio existente, el proyecto incluye una ampliación subterránea para las áreas de exposición. Estas salas neutras, de vanguardia y con calidad museística, ofrecen un espacio flexible para las exposiciones. La capilla, el dormitorio y el pabellón aportan riqueza histórica al proyecto, mientras que las "cajas blancas" inferiores ofrecen un espacio neutro que complementa este contexto histórico. La secuencia de espacios, diversa pero cohesionada, es funcional y posee una lógica interna.
Las fachadas originales se restauraron respetando su diseño original. En cuanto al nuevo elemento, la fachada del pabellón presenta ladrillos hechos a medida, fabricados con componentes de construcción reciclados, que conforman una estructura monumental y expresiva, reforzando su presencia en el tejido urbano.