
La propuesta de Roberto Di Donato Architecture pone el acento en el tratamiento de la luz como elemento de construcción del proyecto, lo que explica el cuidadoso diseño de los lucernarios incorporados en todas las estancias. La secuencia longitudinal y continua de espacios permite entender las estancias como un conjunto diferenciado por el tratamiento de la luz, que facilita apreciar la fluidez y la materialidad del interior gracias a los lucernarios. Una escalera que funciona como espacio central divide la vivienda, dejando la zona de uso social en la planta inferior y la zona privada en la superior.
La materialidad de los lucernarios acapara todo el protagonismo del interior: la luz penetra en la vivienda de forma tenue y la conecta con el cielo. Además, las cúpulas donde se encuentran los lucernarios generan un interesante tratamiento espacial de compresión y descompresión que potencia su percepción.
Todo el interior está revestido con estuco de arcilla, un material natural que, con sus tonos cálidos, aporta una sensación de conexión con la tierra. El interior cálido contrasta con el exterior más frío de esta zona de Londres. Su formalización sencilla le confiere una imagen atemporal, haciendo sentir que espacialmente el interior se conecta con el exterior sin perder su identidad. Se ha empleado madera de roble en los suelos, pasamanos y mobiliario, todo ello ejecutado a medida. Los ladrillos cerámicos de la chimenea y el revestimiento exterior aplican tonos terrosos que se diferencian claramente de la arcilla de la pared.

«Dome House» por Roberto Di Donato Architecture. Fotografía por Nacho Rivera.
Descripción del proyecto por Roberto Di Donato Architecture
El proyecto The Dome House transforma una vivienda Victoriana en Londres, combinando su carácter histórico con un minimalismo moderno.
El diseño surge del deseo de los clientes de crear un entorno moderno pero tranquilo y meditativo, preservando el valor intrínseco de la casa Victoriana. Esta intervención se articula en torno a la luz, la espacialidad y la relación con el entorno natural.
El resultado final no es producto de una inspiración repentina, sino la consecuencia de un proceso gradual que interpreta el encargo práctico junto con las aspiraciones espirituales de los clientes y su necesidad de una interacción táctil y sensorial con su espacio vital. Una decisión clave fue ubicar la sala de estar frente al jardín trasero para crear un remanso de paz; además, esto aprovecha el ancho máximo de la casa entre los muros medianeros, evitando las limitaciones espaciales típicas de una planta Victoriana estrecha.

Por otro lado, la cocina se sitúa en la parte delantera, interactuando con la vida callejera y conservando la cercanía a la escalera central que conduce a las plantas superiores. En el centro de la vivienda, un espacio de transición conecta la cocina con la nueva ampliación trasera. Dominado por una chimenea curva, este ambiente funciona como núcleo social, ideal para reunirse junto a la península de la cocina o relajarse frente al fuego.
El techo de este espacio juega un papel definitorio, curvándose suavemente hacia la ampliación y culminando en un tragaluz redondeado. Este tragaluz se convierte en el vínculo físico y sensorial entre lo antiguo y lo nuevo. Al descender unos peldaños hacia la nueva ampliación, uno se ve inmediatamente cautivado por la sensación de volumen generada por la cúpula central. Esta característica arquitectónica, coronada por un lucernario circular asimétrico, encarna la esencia de la casa: maximiza la altura del techo en el centro del espacio, mientras mantiene alturas contenidas en los límites laterales para cumplir con los requisitos urbanísticos y minimizar el impacto en las propiedades vecinas.

En este espacio, jardín y cielo convergen en un refugio sensorial. La cúpula crea un entorno acústico y meditativo, donde la luz natural inunda el interior, proyectando un juego tranquilizador de sombras y reflejos. Más allá de sus superficies curvas, el carácter sensorial de la vivienda se enriquece con materiales naturales y táctiles: las paredes interiores presentan un estuco de arcilla de tonos cálidos, un material natural que aporta sensación de conexión con la tierra y serenidad. Esta textura sutil contrasta con la limpieza del diseño minimalista, infundiendo calidez y atemporalidad. La madera de roble está presente en los suelos, pasamanos y mobiliario a medida, mientras que los ladrillos de la chimenea y el revestimiento exterior se han seleccionado en tonos terrosos naturales.
En el jardín trasero se ha preservado la vegetación existente, complementada con una cubierta ajardinada sobre la ampliación. El uso de materiales puros y táctiles se traduce en un diseño limpio y atemporal. Con respeto hacia el contexto, se trata de un enfoque que coloca en el centro la experiencia física del espacio, las texturas y la luz, priorizando la integridad del usuario.
Este proyecto ejemplifica cómo un diseño pensado puede lograr armonía entre lo antiguo y lo nuevo —entre luz, materialidad y funcionalidad— resultando en un entorno inspirador y tranquilo que se siente tanto contemporáneo como profundamente conectado con la naturaleza.