El encargo de Ville Savoye se produce en 1928 por el matrimonio Savoye, compuesto por Pierre y Emilie Savoye, y cuyo primer documento conocido data del 8 de junio de 1928 en base a las investigaciones de Josep Quetglas (1). Tan sólo en seis meses y seis días – o 189 días después –, el proyecto habría pasado por hasta tres diseños distintos para llegar a la propuesta final que terminara de construirse en 1931.
De igual manera la Villa Dall’Ava será resultado de un encargo proveniente de una familia aburguesada parisina, el matrimonio Boudet, compuesto por la psicóloga Lydie Boudet y el editor de Le Moniteur Dominique Boudet.
Rem Koolhaas vs Le Corbusier
Villa Dall'Ava vs Villa Savoye
El encargo tuvo lugar en 1984, seis años después de la publicación de Delirious New York y cuando Rem Koolhaas apenas tenía entre manos cuatro proyectos que incluían los apartamentos Checkpoint Charlie de Berlín (1980), la estación de policía de Almere (1982), el interior de la agencia de publicidad Lintas en Ámsterdam (1984) y el encargo que ese mismo año recibió para la Patio Villa (1984). Por lo tanto la vivienda para la familia Boudet se convertiría en su segundo proyecto residencial y rápidamente en una de sus obras más cargadas conceptualmente.
Su origen se sitúa en una carta que el matrimonio Boudet escribe a Rem Koolhaas en un tono, según el arquitecto holandés, casi desesperado (2). Después de haber convocado un fallido concurso restringido para seleccionar el arquitecto que diseñase la casa, el matrimonio puso su esperanza en el arquitecto holandés, conocido por Dominique por la fama que venía adquiriendo gracias a la publicación de Delirious New York.
Para Rem Koolhaas el proyecto suponía un reto en tres niveles diferentes. En primer lugar la familia buscaba un proyecto que se erigiese como una obra maestra de arquitectura contemporánea. Sin embargo el barrio de Saint-Cloud está compuesto en gran medida por viviendas clásicas del siglo XIX en un paisaje ‘tipo Monet’. Por otro lado el programa que la familia demandaba constaba de dos apartamentos independientes, para los padres y su hija respectivamente, a resolver en una parcela relativamente pequeña. Y por último para Rem Koolhaas suponía un reto añadido el compatibilizar el deseo de Dominique de construir una vivienda ligera con el extravagante requisito de Lydie de construir una piscina en la cubierta desde la que ver la Torre Eiffel mientras tomase un baño.
El origen común de ambos proyectos, Ville Savoye y Villa Dall’Ava, nos puede llevar a reflexionar sobre lo esencial que resulta encontrar un buen cliente para el que trabajar. Como ya pasaría con Ville Savoye, en Villa Dall’Ava una vez más la exigencia, libertad, confianza y por supuesto la buena disposición económica de una familia aburguesada será el trampolín para que un arquitecto con cierta disposición revolucionaria materialice ideas poco convencionales.
Ideas que convierten a Villa Dall’Ava en una crítica sagaz y satírica de la modernidad y sus bases teóricas. No hace falta emplear mucho tiempo en su análisis para encontrar todos los elementos característicos del Movimiento Moderno, eso sí, reconvertidos y alterados hasta convertirse en burlescos e irreverentes.
¿Es esto una provocación o declaración de intenciones?, ¿es una respuesta a la vivienda unifamiliar que proyectaron grandes maestros de Frank Lloyd Wright a Le Corbusier, pasando por Mies van der Rohe?
Uno de los mayores retos a los que se enfrenta Rem Koolhaas con este proyecto es al de diseñar una obra maestra de arquitectura contemporánea. Tal era le exigencia de un cliente que, a sabiendas de la capacidad creativa del arquitecto holandés, le otorga plenos poderes en el diseño del proyecto. Pero este reto se veía acrecentado, en palabras del arquitecto, por la proximidad de dos obras maestras de arquitectura moderna: la Maison Roche y Ville Cook. Si bien no lo menciona como tal en las memorias, la proximidad con Ville Savoye habría también de haber jugado un papel preponderante. Una oportunidad magnífica para enfrentar contemporaneidad y modernidad a media hora en coche.
Ahora bien, ¿podemos hacer una lectura de Villa Dall’Ava como la Ville Savoye contemporánea? Si por algo es conocida la obra de Le Corbusier es por reunir escrupulosamente sus enunciados cinco puntos de la arquitectura moderna. ¿Qué relación existe entre ellos y Villa Dall’Ava?
Villa Dall'Ava, Saint-Cloud. Composición © Alex Duro
Villa Savoye, Poissy. Composición © Alex Duro
Los cinco puntos de la arquitectura postmoderna
Villa Dall’Ava es estrictamente contextual. Culturalmente contextual. El caldo de cultivo del que bebe Rem Koolhaas, gestado en el parisino mayo del 68, pone en cuestión la herencia moderna como más adelante, en 1979 – un año después de la publicación de Delirious New York –, el filósofo francés Jean-Françoise Lyotard escribiese en La Condition postmoderne: Rapport sur le savoir (3). El paso del tiempo convierte al Movimiento Moderno en parte de la misma historia que rechazaban bajo su emblema de movimiento atemporal. El hombre postmoderno ha llegado tarde a la historia y es aquel que tendrá que recurrir a Corín Tellado para expresar un te amo apasionadamente (4). Su relación principal con la historia será la de la cita, la paráfrasis sobre aquello que ya se ha dicho y sobre lo que sólo resta el comentario (5). Este comentario se caracterizará por ser provocativo, sarcástico y deliberadamente crítico, desde una postura inconformista con el pasado, pero sin soluciones claras para el futuro. Inconformismo basado en el desengaño que produce en el individuo el saberse tarde en la historia. De ahí que adopte la ironía como vehículo de expresión inconformista, pero desenfadada. La arquitectura se aleja de la seriedad de las verdades absolutas y se convierte casi en un juego, un campo de experimentación donde la vitalidad es el sustituto de la razón. Los cinco puntos de la arquitectura postmoderna, la paráfrasis, la provocación, el desengaño, la ironía y la vitalidad, ponen en cuestión las bases mismas de la arquitectura. El utilitas, firmitas y venustas se altera con programas complejos, estructuras incongruentes y un gusto por el feísmo o lo no compositivo.
Imbuido en este nuevo zeitgeist se encuentra Rem Koolhaas cuando recibe un encargo que será un punto de inflexión en su carrera. Después de su modernidad revisitada, ejemplificada en la Patio Villa (1984-1988), diseña una vivienda como Villa Dall’Ava que se yergue como un emblema de la transición. Villa Dall’Ava comienza en el siglo XX y termina en el siglo XXI. O al menos bajo una lectura del siglo XX como el más corto de la historia y acotado entre 1914 y 1989.
Del paisaje bucólico a la densidad urbana
La Casa de la Cascada, Casa Farnsworth y Ville Savoye no son viviendas sino manifiestos. Manifiestos de una vida asociada al campo donde el proyecto no encuentra más impedimentos que la propia creatividad del arquitecto. Su no habitabilidad está justificada por sentar las bases de lo que será la vivienda unifamiliar. Esta amabilidad contextual permite a tres grandes maestros como Frank Lloyd Wright, Mies van der Rohe y Le Corbusier enfocar toda su atención en postular las bases de una nueva forma de habitar. Pero, ¿qué ocurre cuando dejamos el jardín y proyectamos la vivienda burguesa dentro del contexto urbano?, ¿qué le ocurre a la caja moderna cuando entra en contacto con la ciudad?
Cuando la vivienda llega a la ciudad la arquitectura cambia. La moderna tabula rasa en la que el arquitecto actúa como un creador libre desaparece y pasan a primera línea la normativa y los mecanismos de la ciudad liberal. La incorrupta caja en que se encierra la vivienda arquetípica del Movimiento Moderno se ve deformada y transfigurada hasta ofrecer una nueva versión de sí misma que, como pocas otras, ejemplifica Villa Dall’Ava. ¿Entonces la aparición de la ciudad garantiza el diálogo con la misma? La respuesta a esta pregunta es tan sencilla como directa. No. Tanto es así que podemos leer la relación de Villa Dall’Ava con el parisino barrio de Saint-Cloud como una dualidad que encierra una verdad física y una mentira conceptual. Verdad física cuyas dimensiones se miden en metros y se cristaliza en una planta semisótano que, haciendo uso de la materialidad más inmediata, pretende una relación contextual que desaparece tan pronto como levantamos la mirada. De aquí nace la mentira conceptual. La vivienda es una translación directa de la forma de entender la ciudad contemporánea que tiene Rem Koolhaas. Entendimiento cuyas líneas principales encontramos en la Ciudad el Globo Cautivo, donde la arquitectura es fruto de voluntades heterogéneas sustentadas en un sustrato común; el mismo plinto con que materializa el semisótano de Villa Dall’Ava.
Pero que la ciudad se convierta en un factor de influencia sobre el proyecto no quiere decir que haya una relación con el contexto. El paisaje bucólico desaparece y el ‘nuevo burgués’ vuelve a la vida urbana. La sustitución del gran jardín por la parcela en la periferia no es decisión de proyecto sino condicionante. La decisión del proyecto es articular una arquitectura autónoma que, muy mordazmente, guarda en su manga izquierda un as conceptual con que justificar la vinculación a través de un podio pétreo, cuando con la mano derecha dibuja una arquitectura independiente y que encuentra en la provocación su máximo cénit. Aquí, una vez más, Rem Koolhaas utiliza su formidable capacidad narrativa para conseguir justificar lo uno y lo otro como pocos herederos de la postmodernidad pudieran hacer con naturalidad tal.
Pero, si no era necesaria la justificación contextual de una arquitectura claramente autónoma, ¿por qué ese ansioso deseo de Rem Koolhaas de hacer ver la vinculación con el barrio de Saint-Cloud? No podemos olvidar ahora la cercana presencia de dos proyectos de Le Corbusier, Maison La Roche y Villa Cook. Ambas arquitecturas responden al patrón moderno de un objeto autónomo que aparece en la ciudad sin necesidad alguna de ésta. ¿No es por tanto el deseo de Koolhaas de relacionar, al menos conceptualmente, el proyecto con su contexto una nueva respuesta al Movimiento Moderno y en especial a Le Corbusier? Empero de la vinculación vegetal o de la construcción de un podio cuyos materiales toman prestados los preexistentes, su articulación volumétrica, el tratamiento de fachadas o la misma disposición en planta son bastante cercanas a la autonomía con que se tratan Maison La Roche y Villa Cook. Muy a pesar del propio Koolhaas.
Equilibrio inestable
Frente a la estructura dom-ino que define Ville Savoye, en Villa Dall’Ava Rem Koolhaas proyecta una estructura híbrida o cocktail estructural. Este cocktail incluye un muro de carga, un bosque de pilares, una viga de sección variable o una piscina que, como vaso de hormigón, funciona como arriostramiento global.
Por un lado la estructura ahora se convierte en un mecanismo con el que manifestar la expresividad del proyecto. La racionalidad desaparece. Ya no hablamos de un sistema casi científico con que sustentar los espacios vivideros. Ahora la estructura se vuelve protagonista y permite articular una volumetría que desde un primer momento nos habla del interior de la vivienda. Si en Ville Savoye existía una ambición por la coherencia, por la heterogeneidad, ahora la estructura deliberadamente varía en función del problema.
Por otro lado la estructura aspira a convertirse en arquitectura siendo habitada. Es así como podemos entender que Rem Koolhaas desfigure e incline la racionalidad de la estructura dom-ino para ofrecernos un bosque de pilares que habla más de disfrute y de experiencia espacial. La estructura ya no sólo está porque tiene que estar. Se convierte en un interior y reclama su protagonismo no como medio sino como fin en sí mismo.
El método “crítico-paranoico” que Rem Koolhaas expone en Delirious New York nos ayuda a entender el rechazo del arquitecto por lo estrictamente racional. Este método consiste en la vinculación intuitiva de elementos a priori no relacionados para llegar a un resultado que adquiere un nuevo significado. De aquí nace la obsesión de Koolhaas de hacer levitar las cajas de apartamentos para que floten como una mariposa de hormigón (6) que posa sus patas sobre el suelo. Patas que, curvadas y transfiguradas, también encontramos en la iconografía de Dalí y que seguro Koolhaas conocía cuando las proyectaba.
Por lo tanto la presencia de una estructura incongruente y sobredimensionada atiende a un proceso complejo fruto de varias razones. Si bien la lectura más sencilla es la de la pura ironía postmoderna, la búsqueda de la superación de lo racional y la ambición de transformar la técnica en arquitectura mediante su habitabilidad responden a esta nueva aproximación. Por último, no podemos evitar fijarnos en lo importante de la posición iniciática del bosque de pilares. Esta nueva experiencia espacial se asocia a la entrada y consigue estimular el dinamismo necesario para que el espectador de arquitectura arranque la promenade hacia el interior de la vivienda.
Promenade programmatique
La arquitectura de Le Corbusier encuentra en la promenade architecturale el vínculo de conexión entre la composición por elementos diversos que la define. El recorrido no es un elemento en sí mismo sino una vía desde la que experimentar la espacialidad de la arquitectura en sus diferentes estadios.
En villa Savoye esta experiencia ofrece al espectador de arquitectura dos posibilidades que se materializan en la escalera y la rampa, mecanismos de conexión de los estratos independientes que propone el sistema dom-ino.
Esta misma idea de arquitectura desde el recorrido aparece en Villa Dall’Ava. La promenade que propone la vivienda de Koolhaas no es tanto architecturale sino más bien programmatique. El recorrido deja de centrarse en articular una experiencia espacial que conecta estratos independientes – la estructura dom-ino – para pasar a resolver un programa basado en los usuarios que habitan la vivienda. La vinculación programa-recorrido se hace necesaria desde que la familia Boudet solicita dos apartamentos independientes. Consecuencia directa es la definición de Rem Koolhaas de un recorrido no espacial sino vinculado al usuario. La promenade del matrimonio Boudet nada tiene que ver con el de su hija, si bien ambos forman parte del mismo proyecto.
Promenade programmatique. Matrimonio Boudet. Composición © Alex Duro.
NOTAS.-
(2) KOOLHAAS R., MAU B., SIGLER J. Small, medium, large, extra-large: Office for Metropolitan Architecture: Rem Koolhaas and Bruce Mau. New York: Monacelli Press; 1995, p. 133.
(3) LYOTARD, JF. La condición postmoderna: informe sobre el saber. Madrid: Cátedra; 1984.
(4) “Pienso que la actitud posmoderna es como la del hombre que ama a una mujer muy culta y sabe que no puede decirle “te amo desesperadamente”, porque sabe que ella sabe (y que ella sabe que él sabe) que esas frases ya las ha escrito Bárbara Steel / Corín Tellado. A pesar de ello hay una solución, podrá decir: “Como diría Corín Tellado / Bárbara Steel, te amo desesperadamente” Umberto Eco en “¿Sabes lo que pasa cuando dices que me quieres?”.
(5) EISENMAN, P. Notes on conceptual Architecture. Nueva York: Oppositions; 1967.
(6) KOOLHAAS, R. MAU, B. SIGLER, J. Op. cit. 2, p. 134.
(7) “Pude haber estado irritado por el hecho de que la casa estuviera exactamente en el eje de la Torre Eiffel. Pero también era una oportunidad única para una situación intima, nadar casi desnudo y en contacto con la escala de la gran metrópolis (...). Hice todo lo posible para evitar que este momento se convirtiera en la apoteosis de la casa. La casa no es un pasillo que conduce a este evento sublime”. Video Villa Dall ́Ava, dirigido, escrito y realizado por Richard Copans, una coproducción de La Sept-Arte, Centro Georges Pompidou y Les Films d ́Ici, Francia, 1995.