Antonio Bonet Castellana llega exiliado a Argentina en 1938, casi directo desde el estudio de Le Corbusier en París, asociandose al poco tiempo a los arquitectos Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan, dos compañeros que también habían trabajado en el estudio de Le Corbusier. Los tres constituirían un grupo de arquitectura moderna bautizado como Grupo Austral, una asociación que enlazaría con los CIAM y el CIRPAC argentino, cuya pretensión inicial pretendía movilizar a la opinión pública que permitiesen abrir nuevas vías alternativas para la arquitectura.
Además de sus tres fundadores, el Grupo Austral se compuso por otros diez arquitectos entre los que se encontraban Abel López Chas y Ricardo Vera Barros, quienes formarían equipo con Antonio Bonet Castellana para proyectar, en una zona comercial del centro de Buenos Aires, un edificio de talleres para artistas que hace esquina entre las calles Paraguay y Suipacha, en una parcela propiedad propiedad de la familia de Vera Barros que previamente estuvo ocupada por un inmueble del siglo XIX.
El edificio Paraguay y Suipacha tiene un programa de cuatro locales comerciales ubicados en la planta baja y siete estudios o talleres para artistas que ocupan las dos plantas superiores. La característica cuadrícula de parcelación de Buenos Aires no había visto levantarse, hasta ese momento un edificio con esa tipología de estudios para artistas. El proyecto supuso inicialmente un cierto rechazo de la sociedad local pero también una extraordinaria oportunidad para Antonio Bonet Castellana expresarse con gran libertad plástica, convirtiéndosela en un brillante modelo de presentación para su carrera posterior.
Además de sus tres fundadores, el Grupo Austral se compuso por otros diez arquitectos entre los que se encontraban Abel López Chas y Ricardo Vera Barros, quienes formarían equipo con Antonio Bonet Castellana para proyectar, en una zona comercial del centro de Buenos Aires, un edificio de talleres para artistas que hace esquina entre las calles Paraguay y Suipacha, en una parcela propiedad propiedad de la familia de Vera Barros que previamente estuvo ocupada por un inmueble del siglo XIX.
El edificio Paraguay y Suipacha tiene un programa de cuatro locales comerciales ubicados en la planta baja y siete estudios o talleres para artistas que ocupan las dos plantas superiores. La característica cuadrícula de parcelación de Buenos Aires no había visto levantarse, hasta ese momento un edificio con esa tipología de estudios para artistas. El proyecto supuso inicialmente un cierto rechazo de la sociedad local pero también una extraordinaria oportunidad para Antonio Bonet Castellana expresarse con gran libertad plástica, convirtiéndosela en un brillante modelo de presentación para su carrera posterior.
Edificio Paraguay y Suipacha por Antonio Bonet Castellana. Fotografía por Federico Kulekdjian
Una libertad plástica que recorre todo el proyecto, desde la composición de la fachada, dividida en tres capas separadas y organizadas gracias a la estructura de hormigón visto blanco variando su altura en función del programa del edificio. En la planta baja se sitúan los característicos escaparates ondulantes de los locales comerciales, un contacto orgánico con el terreno gracias a una formalización que combinan un armazón metálico con vidrios curvados. Esta modulación da paso en las plantas superiores, organizadas visualmente por la estructura, a una fachada con una geometría mas estable siguiendo una trama en la que se combinan hasta tres tipos diferentes de vidrios, generando diferentes grados de transparencia y opacidad, generando la idea de linterna que trasluce el interior matizado o faro como elemento aatractor.
Un aspecto importante de la fachada es la forma en que Bonet Castellana proyecta el chaflán urbano, resolviendo la intersección de los tres planos en uno solo continuo, transmitiendo la movilidad incipiente de la planta baja en un contundente gesto de continuidad total del plano de fachada para el resto de plantas superiores del edificio. Un gesto articulado de forma diferente en cada una de las plantas. En la primera se construye un cerramiento formado por una sucesión de lamas metálicas giratorias que se regulan por el usuario en función del clima o necesidad de visión, para liberarse en la planta superior y generar un espacio abierto que acoge la característica terraza jardín.
En el interior del edificio el programa se organiza situando el acceso por la calle Paraguay para favorecer el protagonismo de la calle Suipacha, más ancha y más transitada lo que facilitaba también que su mayor longitud permitiese la lógica disposición de los cuatro locales comerciales. Desde la entrada se accede a unas escaleras que llevan a la planta primera, donde se encuentran cinco de los siete talleres para artistas. Los estudios, o duplex, por sus dos plantas interiores, cuya planta superior se proyecto ingeniosamente descolgada de la estructura y es solo accesible a través de unas escaleras de caracol independientes desde cada estudio.
Una libertad plástica que recorre todo el proyecto, desde la composición de la fachada, dividida en tres capas separadas y organizadas gracias a la estructura de hormigón visto blanco variando su altura en función del programa del edificio. En la planta baja se sitúan los característicos escaparates ondulantes de los locales comerciales, un contacto orgánico con el terreno gracias a una formalización que combinan un armazón metálico con vidrios curvados. Esta modulación da paso en las plantas superiores, organizadas visualmente por la estructura, a una fachada con una geometría mas estable siguiendo una trama en la que se combinan hasta tres tipos diferentes de vidrios, generando diferentes grados de transparencia y opacidad, generando la idea de linterna que trasluce el interior matizado o faro como elemento aatractor.
Un aspecto importante de la fachada es la forma en que Bonet Castellana proyecta el chaflán urbano, resolviendo la intersección de los tres planos en uno solo continuo, transmitiendo la movilidad incipiente de la planta baja en un contundente gesto de continuidad total del plano de fachada para el resto de plantas superiores del edificio. Un gesto articulado de forma diferente en cada una de las plantas. En la primera se construye un cerramiento formado por una sucesión de lamas metálicas giratorias que se regulan por el usuario en función del clima o necesidad de visión, para liberarse en la planta superior y generar un espacio abierto que acoge la característica terraza jardín.
En el interior del edificio el programa se organiza situando el acceso por la calle Paraguay para favorecer el protagonismo de la calle Suipacha, más ancha y más transitada lo que facilitaba también que su mayor longitud permitiese la lógica disposición de los cuatro locales comerciales. Desde la entrada se accede a unas escaleras que llevan a la planta primera, donde se encuentran cinco de los siete talleres para artistas. Los estudios, o duplex, por sus dos plantas interiores, cuya planta superior se proyecto ingeniosamente descolgada de la estructura y es solo accesible a través de unas escaleras de caracol independientes desde cada estudio.
Edificio Paraguay y Suipacha por Antonio Bonet Castellana. Fotografía por Federico Kulekdjian
A la planta superior se accesde desde el núcleo de escaleras del edificio donde se sitúan los otros dos estudios para artistas, cubiertos con unas elegantes y sinuosas bóvedas de hormigón, que eran las primeras de este tipo construidas en Argentina. Uno de esos estos dos estudios fue ocupado por el propio Antonio Bonet Castellana durante los tres primeros años, hasta el año 1941. La necesidad de equipar aquellos talleres permitio diseñar junto a Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan el mundialmente conocido sillón BKF, uno de los símbolos del mobiliario de la modernidad.
Además de los estudios en el resto de la planta superior, el espacio liberado en la esquina entre las calles Paraguay y Suipacha, se proyecta como terrazas-jardín vinculadas a los talleres. Espacio de recreo y también excepcional mirador de la metropolitana urbe argentina. La terraza fue revestida con un revoco grueso que contrasta con el resto de los materiales de las fachadas de las plantas inferiores y se remata con una cornisa curva apoyada por unos pilares.
El edificio Paraguay y Suipacha se presenta a la ciudad de Buenos Aires desde una particular interpretación de la arquitectura moderna, generando un nuevo imaginario formal que hibrida formas, escalas y funciones, arquitectura y paisaje urbano.
Finalizado en 1939, sesenta y tres años después, el 8 de agosto de 2002 el edificio Paraguay y Suipacha fue catalogado con nivel de protección estructural por el Código de Planeamiento Urbano de la ciudad de Buenos Aires y seis años después, el 9 de abril de 2008 declarado elemento de Interés Histórico Arquitectónico Nacional por el Congreso de la Nación de Argentina.
BIBLIOGRAFÍA.-
A la planta superior se accesde desde el núcleo de escaleras del edificio donde se sitúan los otros dos estudios para artistas, cubiertos con unas elegantes y sinuosas bóvedas de hormigón, que eran las primeras de este tipo construidas en Argentina. Uno de esos estos dos estudios fue ocupado por el propio Antonio Bonet Castellana durante los tres primeros años, hasta el año 1941. La necesidad de equipar aquellos talleres permitio diseñar junto a Jorge Ferrari Hardoy y Juan Kurchan el mundialmente conocido sillón BKF, uno de los símbolos del mobiliario de la modernidad.
Además de los estudios en el resto de la planta superior, el espacio liberado en la esquina entre las calles Paraguay y Suipacha, se proyecta como terrazas-jardín vinculadas a los talleres. Espacio de recreo y también excepcional mirador de la metropolitana urbe argentina. La terraza fue revestida con un revoco grueso que contrasta con el resto de los materiales de las fachadas de las plantas inferiores y se remata con una cornisa curva apoyada por unos pilares.
El edificio Paraguay y Suipacha se presenta a la ciudad de Buenos Aires desde una particular interpretación de la arquitectura moderna, generando un nuevo imaginario formal que hibrida formas, escalas y funciones, arquitectura y paisaje urbano.
Finalizado en 1939, sesenta y tres años después, el 8 de agosto de 2002 el edificio Paraguay y Suipacha fue catalogado con nivel de protección estructural por el Código de Planeamiento Urbano de la ciudad de Buenos Aires y seis años después, el 9 de abril de 2008 declarado elemento de Interés Histórico Arquitectónico Nacional por el Congreso de la Nación de Argentina.
BIBLIOGRAFÍA.-
- Liernur, Jorge Francisco / Pschepiurca, Pablo. (2012). «La red austral. Obras y proyectos de Le Corbusier y sus discípulos en la Argentina (1924-1965)». Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes. Capítulo VII.
- Hernández Soriano, Ricardo. (2016). «Ciudad, arquitectura y patrimonio. Antonio Bonet y el Grupo Austral, el valor de un manifiesto». Madrid: Universidad Complutense de Madrid, pp. 289-296.
- Bonet Castellana, Antonio. (1995). «La experiencia del exilio: un encuentro en Santiago, 1975». Madrid: COAM. Revista Arquitectura. Número 303, pp. 22-34.
- Bonet Castellana, Antonio. (1987). «Antonio Bonet». Barcelona: COAC. Quaderns d’arquitectura i urbanisme. Número 174, pp. 52-75.
- Hernández Soriano, Ricardo. (2016). «Ciudad, arquitectura y patrimonio. Antonio Bonet y el Grupo Austral, el valor de un manifiesto». Madrid: Universidad Complutense de Madrid, pp. 289-296.
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- Bonet Castellana, Antonio. (1987). «Antonio Bonet». Barcelona: COAC. Quaderns d’arquitectura i urbanisme. Número 174, pp. 52-75.