Mario Roberto Álvarez vivió casi cien años y más de setenta se los dedicó a la arquitectura. Cada una de sus obras lleva la marca del estilo racionalista que encontró a su principal referente en Mies Van der Rohe, con volúmenes puros, muros cortina, tecnología de punta y detalles de soberbia resolución.

La arquitectura argentina de la segunda mitad del siglo XX, que como ya mencionamos en La obra de Clorindo Testa o cómo es la dialéctica entre arte y arquitectura tuvo en Testa a uno de sus máximos representantes, encontró su contraparte en Mario Roberto Álvarez. Probablemente los dos principales exponentes de la modernidad en el país, que en su largo recorrido nos dejaron una larga lista de obras construidas y proyectos, en una relación que podría describirse como los Apolo y Dioniso de la arquitectura argentina1; los Messi y Maradona si nos sentimos más nacionalistas; a los Mies y Corbusier tamizados por la lente refractaria de la producción arquitectónica moderna austral.
“La arquitectura, tan claramente como en la medicina, debe permitirse evolucionar en el tiempo. Las innovaciones tecnológicas en la construcción, en función de los nuevos materiales y de la obtención de edificios flexibles, preparados para el futuro y adaptables a los diferentes cambios de uso, permiten que los edificios puedan ser perdurables en el tiempo.”
Entrevista a Mario Roberto Álvarez, 2010.2

Las persistencias en la obra de Mario Roberto Álvarez son por antonomasia el muro cortina y el International Style, debido principalmente a que su temática arquitectónica se asoció mayormente a oficinas y viviendas. Sin embargo, el arquitecto no dudó en realizar otras exploraciones por fuera de esos programas, sobre todo en los contextos más alejados de los lotes entre medianeras o condicionados fuertemente por sus saturados entornos, que eran habituales en su obra.

La obra de Mario Roberto Álvarez en Argentina es, en definitiva, sinónimo de muchas cosas: arquitectura corporativa, International Style, obra pública e intervención sobre edificios de valor históricos, y en este artículo intentaremos condensar parte de esa experiencia arquitectónica en siete de las obras más representativas de su trayectoria.

Teatro Municipal General San Martín (1953-1960) y Centro Cultural General San Martín (1962-1970)



El Teatro Municipal General San Martín no fue la primera obra de Álvarez, quien había comenzado su carrera profesional cerca de quince años antes, pero sin dudas fue la que le abrió las puertas en el entonces selecto mundo de la arquitectura argentina y comenzó a ponerlo en el foco de la discusión moderna.

Nacida como parte de un concurso organizado por la de la Municipalidad de Buenos Aires, con ayuda del Gobierno Nacional, la obra proyectada por Álvarez junto a Macedonio Oscar Ruiz se ubica en el corazón artístico de la capital, atravesando la manzana de norte a sur por completo, desde la emblemática calle Corrientes hasta Sarmiento.

El Teatro forma parte de un complejo cultural de mayor escala que incluye al Centro Cultural General San Martín, del mismo arquitecto, realizado solo dos años después de finalizar el primero.


Teatro Municipal General San Martín por Mario Roberto Álvarez y Macedonio Oscar Ruiz. Fotografía por Gastongregorutti

Ambas obras representan dos de las más características aristas del arquitecto, con un frente hacia calle Corrientes (teatro) de estilo puramente internacional, con una sobria y refinada resolución plástica de su fachada y un contrafrente (centro cultural) con algunos atisbos de un incipiente brutalismo en tanto a morfología y tratamiento de materiales (que más adelante se haría patente en otros proyectos) que respondía a las propias exigencias programáticas del centro, que demandaban una resolución más heterogénea.

Pero lo interesante del conjunto no termina ahí. El planteo tipológico de Álvarez y Ruiz proponía algo pocas veces visto hasta el momento, la superposición de las dos salas del teatro casi como si se tratara de una propiedad horizontal, un gesto cuestionado, sí, pero absolutamente rupturista y espléndidamente resuelto en sus detalles.

El teatro, resuelto entre medianeras, es hasta hoy uno de los más contundentes ejemplos de obra pública moderna dentro del primer peronismo argentino, y nos permite comenzar a reconocer cómo la obra de Mario Roberto Álvarez fue mucho más allá de una adhesión estilística a cierta forma de producción arquitectónica europea o norteamericana, sino que fue una modernidad propia, tomando los recursos de las arquitecturas de referencia de la época y adecuándolos bajo sus propias reglas a su nuevo contexto.

Túnel Subfluvial Hernandarias (1962-1969) y Represa de Salto Grande (1962-1972)



Aun sin extendernos demasiado, y comprendiendo la menor relevancia que estas obras tienen para la historiografía canónica argentina, creemos importante dedicar al menos un apartado a la obra pública de Álvarez en los sesenta y setenta.

Ambas obras representan emprendimientos de un carácter puramente ingenieril en los que la intervención del arquitecto se vio limitada a algunas áreas específicas. En el túnel subfluvial (hoy llamado Túnel Subfluvial Raúl Uranga - Carlos Sylvestre Begnis) que conecta las ciudades de Paraná y Santa Fe, fueron las torres de ventilación, el acceso al túnel, cabinas de peaje y oficinas, mientras que en la represa de Salto Grande fue parte de la presa, el tramo del ferrocarril que pasa por encima de ella y algunas casetas ubicadas en ese mismo espacio.


Tunel Subfluvial Hernandarias por Mario Roberto Álvarez. Fotografía cortesía del Gobierno de Santa Fe

No obstante, aunque las intervenciones puedan ser en cierto modo “menores”, el arquitecto tomó ventaja de las características de la implantación y de las libertades que podrían brindarle estos edificios ex novo y de tanta autonomía en relación a su entorno, para realizar exploraciones que, por lo general, suelen asociarse estrictamente a un selecto grupo de arquitectos como Testa o SEPRA.
 
“La condición funcional y mecánica de las instalaciones en las respuestas dadas por Álvarez adquiere una poética formal específica y apropiada, que se expresa materialmente con la contundencia del hormigón armado (…) utilizada por tendencias arquitectónicas a las que Reyner Banham y otros autores coincidieron en categorizar como "brutalismo". Sin embargo, la obra de Álvarez, (…) se aleja de esta clasificación: en su trabajo la técnica, lo tectónico y lo expresivo se reúnen en un estudiado acople con lo funcional, producto de una larga experiencia en el obsesivo ajuste de los detalles.”
Luis Müller y Camila Costa, 2017.3

En estas obras, más allá del vínculo con el paisaje que se puede llegar a reconocer (más aun en la represa), el arquitecto se valió de dichas libertades para realizar operaciones que se alejan ya de aquellas formas puras y silenciosas de la fachada del Teatro, en pos de nuevas geometrías irregulares, con mucha fuerza y peso visual, y con exploraciones en la expresividad de materiales en bruto como el hormigón armado, utilizado en toda la obra, o en la materiales industrializados que no son tan comunes en su obra, como los mosaicos que reviste las fachadas de las oficinas del túnel. 

Edificio Bank of America (1963-1965)



Ubicado en pleno microcentro porteño de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el Bank of America es un proyecto elaborado por Mario Roberto Álvarez en conjunto con un reconocido grupo de arquitectos locales como de la talla de José Aslan, Héctor Ezcurra, Alfredo Joselevich y Alberto Víctor Ricur.

El primero de esta serie de edificios que tiene un programa completamente corporativo, se compone por un volumen prismático dividido en dos bloques superpuestos, que como podemos comenzar a ver, este va a ser un leitmotiv conceptual a lo largo de casi toda la obra del arquitecto.

Aún rompiendo la forma platónica del volumen, el edificio sigue incorporando las máximas miesianas al conjunto, traducidas desde la propia intersubjetividad del contexto. Además de los muros cortina que recorren el prisma y le dan esa imagen hasta cierto punto silenciosa, la obra se soporta estructuralmente únicamente desde cuatro grandes columnas y un prisma que se recuesta sobre las dos medianeras que forman la esquina, permitiendo así liberar gran parte de la planta baja y expandir la vereda, pero también posibilita una planta tipo completamente liberada de acuerdo a las premisas funcionales del estilo internacional.

Edificio Teniente General Castiñeiras - SOMISA (1966-1977)



El edificio para la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SOMISA) es otra de las más icónicas obras de Álvarez, que denota la permeabilidad local en relación a la adopción de formas externas como modos de proyectación, y probablemente el mayor ejemplo de la modernidad más industrializada del Maestro.

La modernidad de la obra viene ya establecida desde el mismo cliente, una empresa siderúrgica estatal en pleno crecimiento, que demandaba el más alto rigor metodológico en el uso de nuevos materiales y tecnologías. Por ello, el edificio se concibe como un símbolo tecnológico y corporativo que toma al acero como un medio expresivo propio bajo el concepto de “edificio-máquina”.

La obra se localiza en un lote triangular que actúa como el segundo gran condicionante del proyecto. Esto se resuelve mediante el completamiento urbano a partir de una continuidad en morfología y altura de la manzana, distanciándose de sus colindantes exclusivamente por su resolución tecnológica.

Es posible reconocer claramente cómo esta primera edificación, completamente de realizada en acero de producción nacional (exceptuando los siete subsuelos que también incorporan hormigón armado), es deudora de muchos de los conceptos miesianos que estaban en boga en aquella época. Muros cortina, aventanamientos corridos, materiales, resolución de los detalles, e incluso el mobiliario son aspectos heredados del Maestro, que Álvarez sabe incorporar a su producción sin abandonar los principios fundantes de su obra.

Edificio IBM (1979-1983)



La última obra de esta serie corresponde nuevamente a un edificio de uso corporativo, esta vez localizado en la city porteña en el gran enclave de arquitectura corporativa que conforman hoy Puerto Madero y el barrio de Retiro, y fue justamente una de las primeras obras en comenzar a moldear el perfil esta zona con esa imagen empresarial que es hoy tan identitaria. 

En relación a la ciudad, el arquitecto resuelve su implantación de manera similar a como lo hizo en el edificio para SOMISA. Esa firme idea, tan característica de la arquitectura corporativa, de separarse de su entorno mediante diferentes acciones que la hagan única, se materializa en este caso a partir de las costillas de hormigón a la vista que recorren cada nivel con acristalamientos retranqueados en todo su desarrollo, y de las operaciones de separación entre el basamento, el fuste y el cuerpo principal de la torre.


Edificio IBM por Mario Roberto Álvarez. Fotografía por Alex Proimos

El edificio consiste, básicamente, en una torre posada sobre dos grandes núcleos centrales de hormigón armado que se apoyan sobre un basamento. Pero quizás los más interesante radica en la visible relación entre esta obra y el Bank of America. Una relación no solo programática, o hasta cierto punto morfológica, sino en la intencionalidad casi brutalista (en su sentido más literal) de Mario Roberto Álvarez al realizar esa sustracción (o separación) en el volumen, demostrándonos, una vez más, cómo a pesar del salto temporal entre una obra y otra, o las diferentes resoluciones materiales y constructivas, la trayectoria profesional del arquitecto no perdió nunca las bases que fundamentaron conceptualmente a su ideario arquitectónico.

La obra de Mario Roberto Álvarez no tiene quizás la grandilocuencia del Banco de Londres o la Biblioteca Nacional de Clorindo Testa, pero sin lugar a dudas, el diálogo entre estas dos arquitecturas ha marcado los últimos sesenta o setenta años de la disciplina en Argentina, con un Álvarez mucho más decantado hacia propuestas silenciosas en su expresión hacia la ciudad (aunque contrastantes, claro), o con apuestas más mesuradas en sus resoluciones formales, pero que siempre estuvieron marcadas por dos aspectos vitales: la rigurosidad de la disciplina del Maestro y la coherencia en toda su producción arquitectónica, aún en sus períodos más exploratorios.

NOTAS.-
1- En 2017 el Museo de Arquitectura y Diseño de la SCA organizó una exposición sobre la arquitectura de Testa y Álvarez titulada A"polo y Dionisos en la Arquitectura Argentina – Mario Roberto Álvarez y Clorindo Testa juntos en el Marq".
2- Mario Roberto Álvarez: reflexiones de un maestro. Entrevista a Mario Roberto Álvarez para el programa radial Vivienda en el aire. 27 de noviembre de 2010. Recuperado de https://bit.ly/36QIBTs
3- Müller, Luis & Costa, Camila (2017) Vencer al río. Técnica, política e integración territorial en el caso del Túnel Subfluvial Hernandarias. XVI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia. Facultad Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata. P. 13. Mar del Plata. Argentina.

BIBLIOGRAFÍA.-
Fernandez, Roberto (1996) La ilusión proyectual: una historia de la arquitectura argentina. 1955-1995. Mar del Plata. Argentina: FADU, UNMDP.
Liernur, Jorge Francisco (2001) Arquitectura en la Argentina del siglo XX: la construcción de la modernidad. Buenos Aires. Argentina: Fondo Nacional de las Artes.
Montaner, Josep Maria (1999) Después del movimiento moderno: arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. 4ta. Edición. Barcelona. España: Gustavo Gili.
Montaner, Josep Maria (2002) Las formas del siglo XX. Barcelona. España: Gustavo Gili
Müller, Luis & Costa, Camila (2017) Vencer al río. Técnica, política e integración territorial en el caso del Túnel Subfluvial Hernandarias. XVI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia. Facultad Humanidades. Universidad Nacional de Mar del Plata, Mar del Plata. Argentina.
Mendez, Patricia S. (2016) Mario Roberto Álvarez. Modernidad disciplinada. En La arquitectura moderna en Latinoamérica: Antología de autores, obras y textos. Pp. 135-146. Madrid. España: Editorial Reverté.

Más información

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Arquitectos
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Mario Roberto Álvarez. Macedonio Oscar Ruiz. José Aslan. Héctor Ezcurra. Alfredo Joselevich. Alberto Víctor Ricur.
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Fotografía
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Nico Giraldez. Vsdeluca. Gastongregorutti. Matias Profeta. Beatrice Murch. Ana María León. Andy Abir Alan. Nicolasmh. Dario Alpern. Vicky Gagliardi Reolon. Natalia Sommario. Marafiorini. Matinico_2. Rodseide. Leandro Grovas. Alex Proimos. Natalia Lorena Elia. Matofra. JazTeran.
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Mario Roberto Álvarez constituye en la arquitectura Argentina una referencia sólida e inevitable a los principios de racionalismo en su fase internacional. A través de su vasta obra, los conceptos de síntesis, permanencia y forma, entendida como consecuencia de respuestas funcionales y constructivas, hilvanan los edificios haciendo una obra en evolución, coherente, perdurable.

Nacido en 1913 en la ciudad de Buenos Aires, cumplió en su carrera universitaria una condición a la sazón extraña: trabajar y estudiar. Alvarez egresó en 1936 del mismo modo que lo había hecho antes del Nacional Buenos Aires; con Medalla de Oro.

En 1938, la Facultad le otorga la Beca “Ader”, por concurso entre los mejores promedios entre los años 1935 y 1938. Recorre entonces ciento quince ciudades de Europa, entrevistandose con altos nombres de la arquitectura y visitando numerosas obras con sus cuadernos de viaje.

Un año después, en 1939, logra su primera obra: gana el concurso para la Corporación Médica de San Martín. La revista italiana Casabella publica el edificio, destacando “un espíritu de renovación racional”.

Conoce a Mies van der Rohe, Gropius, Neutra, Breuer, Johnson, Pertierra y otros.

La búsqueda de síntesis y simplificación y las varias pruebas para una misma solución, que había aprendido de Virgilio, serán parte de su bagaje profesional posterior.

Los cinco o seis principios que vertebran la producción del estudio se lograron llevar a muchísimas obras por un camino de tesón y trabajo, de persuasión tanto a clientes particulares como a entidades oficiales.

Siempre aparte de las modas y las declamaciones, sin formar parte de ningún cenáculo, en el año 1976 fue designado por el American Institute of Architects entre los diez arquitectos más distinguidos del mundo no norteamericanos, junto a Stirling, Pietra, Fathy y otros.

El siglo XXI encuentra el estudio en constante actividad. El arquitecto Mario Roberto Álvarez ha conformado un equipo de profesionales homogéneo, cuya eficiencia e idoneidad ha sido cimentada y construida pacientemente bajo su dirección.

Este equipo está liderado actualmente por los arquitectos Mario Roberto Álvarez (hijo), Hernán Bernabó y Fernando Sabatini.
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Publicado en: 14 de Noviembre de 2021
Cita: "La otra Argentina. Energía moderna en la obra de Mario Roberto Álvarez" METALOCUS. Accedido el
<https://www.metalocus.es/es/noticias/la-otra-argentina-energia-moderna-en-la-obra-de-mario-roberto-alvarez> ISSN 1139-6415
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