La materialidad del proyecto es fundamental. Se emplea granito para el revestimiento de los nuevos volúmenes, mismo material que el existente, pero con un sistema constructivo y lenguaje contemporáneo, empleado como celosía y revestimiento, en lugar de muro portante.
El programa en planta baja es más público, de carácter abierto, transparente y fluido, de forma que el movimiento de los visitantes se pueda controlar con facilidad. En la planta alta del edificio original se ubican los espacios para oficinas y la gestión del centro.
Descripción del proyecto por Israel Alba Estudio
La sede de Cruz Roja en Galapagar (Madrid), al noroeste de la región, ocupaba un viejo edificio catalogado del patrimonio de principios del siglo XX cuya fachada principal está protegida, en una de las plazas con más visibilidad del municipio. El edificio, además de estar en mal estado de conservación, no cumplía con las mínimas condiciones ni de salubridad ni de accesibilidad. Por este motivo, Cruz Roja decidió llevar a cabo una actuación integral de rehabilitación y ampliación, para adaptarse a las nuevas normativas y a las nuevas necesidades sociales.
En colaboración con el Ayuntamiento de Galapagar, se acordó la construcción de dos nuevos volúmenes. El primero, para alojar las comunicaciones verticales del edificio y subsanar así los problemas de accesibilidad. Este nuevo cuerpo debería disponerse tras la fachada sur del volumen principal, no protegida, de forma que apenas interfiriera con la percepción visual de la fachada principal protegida. Y el segundo, para alojar dos aulas de formación, en contacto directo con el jardín situado en la esquina más alejada del tráfico, sustituyendo un viejo cobertizo metálico donde se aparcaban las ambulancias, junto a la fachada este del edificio principal.
La actuación en el edificio original ha consistido en consolidar y reparar las fachadas de granito, vaciar el interior y sustituir la cubierta inclinada de teja. Los viejos forjados de madera se han demolido y se han sustituido por losas de hormigón. Nuestro proyecto establece como prioridad reparar las patologías detectadas y articular las nuevas construcciones con la existente, mostrando respeto y delicadeza por el patrimonio.
Para ello, los nuevos volúmenes se separan ligeramente y se conectan con el edificio existente mediante cuerpos muy ligeros, a modo de pequeños puentes de vidrio. Para distinguir las nuevas construcciones de la existente y conservar tanto su integridad como su valor histórico, se emplea el mismo material pero con un sistema constructivo y un lenguaje contemporáneos, diferenciando el granito existente, empleado como muro portante, del nuevo granito, empleado como celosía y revestimiento.
Los nuevos pabellones revisten fachadas y cubiertas inclinadas con el mismo material. El volumen de la escalera, orientado principalmente a sur, se protege con una celosía formada por piezas de 12cm de espesor. Esta solución proporciona una eficaz protección solar, lo que contribuye a la eficiencia energética del conjunto. Esta misma solución se repite en los huecos del aulario, excepto en el frente hacia el jardín, que se abre por completo, para permitir su uso como aula al aire libre cuando el tiempo lo permite.
En el edificio existente se trasdosan los muros de granito por su interior con 10cm de aislamiento térmico a base de lanas minerales hidrófilas, lo que mejora notablemente el comportamiento térmico y energético del edificio. Los materiales empleados en la rehabilitación y ampliación de la sede, industrializados en su mayoría para permitir una construcción en seco, disminuyen los consumos energéticos y la emisión de CO2 (huella ecológica).
Uno de los principales problemas que debía solucionar el proyecto era la evacuación de aguas pluviales. Por un lado, debido a las diferencias de cotas existentes entre el interior de la parcela y el viario, cuyas aceras además no tienen bien ejecutadas las pendientes hacia la calzada y, por otro, debido a la propia urbanización interior de la parcela, que ha sufrido diversas actuaciones a lo largo del tiempo.
La solución que propone el proyecto es diseñar los espacios exteriores a base de planos ligeramente inclinados para, por un lado, impedir la entrada de agua desde el exterior de la parcela; y, por otro, alejar las aguas pluviales del edificio y conducirlas por gravedad hacia el punto más bajo de la parcela, donde se sitúa un sumidero que conecta directamente con la red de saneamiento. Esta recogida y evacuación de aguas pluviales se realiza mediante un canal superficial que rodea el edificio en todo su perímetro, a modo de limahoya, que además contribuye a organizar el espacio exterior.
En la planta alta del edificio original se ubican los espacios para la gestión del centro. El programa más público se sitúa en la planta baja, de forma que el movimiento de los visitantes se pueda controlar con facilidad. El acceso para personas con movilidad reducida se sitúa en la conexión entre el edificio existente y el nuevo volumen de las aulas, permitiendo así el uso independiente de estos espacios cuando el resto del edificio está cerrado. El carácter abierto, transparente, fluido y continuo del proyecto, aspira a contribuir y a facilitar la importante labor de integración social que desarrolla Cruz Roja.
La nueva sede permitirá organizar todo tipo de talleres (niños, jóvenes, familias, discapacitados, gastronomía, etc.), desarrollando su potencial como espacio de acogida, de encuentro y de convivencia. Los nuevos espacios propuestos son espacios abiertos a la diversidad y a la participación.