La muestra destaca con un manuscrito original de 1941 como protagonista, acompañado de cuatro cuentos infantiles ilustrados por un compañero de prisión, un último libro póstumo inacabado, correspondencia personal y juguetes confeccionados por el poeta para su hijo. La lechera original, portadora de versos y relatos, completa la exhibición.
Objetivos específicos del proyecto museográfico
La exposición se desarrolla en un contexto de bajo presupuesto, con una temática inicialmente orientada hacia la escritura y con limitaciones visuales. Sin embargo, se ha llevado a cabo un esfuerzo notable para incorporar recursos escenográficos que logren cautivar y mantener el interés del visitante. La gestión del presupuesto fue crucial para hacer realidad el proyecto, enfocándose en la viabilidad económica y en impactar a través del montaje expositivo. Para lograrlo, se optó por la búsqueda de materiales de bajo costo, así como la utilización de elementos en régimen de alquiler. La prioridad fue crear un montaje sencillo que permitiera una ejecución rápida, optimizando así los recursos disponibles.
Miguel Hernández. El Poeta Que Hacía Juguetes por Rocamora. Fotografía cortesia del estudio.
Contexto Arquitectónico
Superficie de exposición
71,50 m².
Descripción del entorno arquitectónico
La exposición se sitúa en una sala de forma cuadrada, con suelo de madera y paredes lisas de color azul marino. La disposición presenta ciertas limitaciones, ya que no es posible realizar fijaciones en suelo o paredes, aunque cuenta con registros en el suelo destinados para la instalación de iluminación. El techo, de color blanco y con moldura, incorpora un carril electrificado de forma cuadrada casi perimetral. La disposición centraliza la entrada de la sala, con la puerta principal ubicada en el centro y, frente a ella, la puerta de acceso a la Sala María Moliner. En los dos lados restantes de la sala, se encuentran cuatro grandes ventanas en cada lado, no practicables. En una de estas paredes de ventanas, en la parte baja, se encuentra el sistema de climatización de la sala. Estas características arquitectónicas ofrecen un contexto único que influye en la disposición y presentación de la exposición.
La relevancia del contexto es fundamental en la concepción del proyecto, dada la imposibilidad de realizar fijaciones en las paredes o suelo. La necesidad de que todo sea autoportante se convierte en un criterio esencial para no dañar el espacio circundante. La presencia de una instalación aérea añade otro nivel de consideración, destacando la importancia de mantener una estrecha relación con la seguridad de la sala, la cual cuenta con cámaras de vigilancia. La forma específica de descuelgue de las lecheras, utilizadas en la instalación, no solo cumple con los requisitos de autonomía estructural, sino que también facilita la visualización de la sala a través de las cámaras de seguridad, aportando un componente adicional de control y monitoreo al diseño del proyecto.
Miguel Hernández. El Poeta Que Hacía Juguetes por Rocamora. Fotografía cortesia del estudio.
Conceptos y Diseño desde el Discurso
Contenido de la exposición
La exposición «El poeta que hacía juguetes. Miguel Hernández. Ausencias y últimos relatos para su hijo», se construye alrededor de un manuscrito del poeta oriolano de 1941, realizado durante su estancia en el Reformatorio de Adultos de Alicante, en los meses previos a su fallecimiento en marzo de 1942. Este manuscrito alberga cuatro cuentos infantiles y algunos dibujos realizados a lápiz como pieza clave desde la que surge toda una escenografía que recoge metáforas de libertad, infancia y ausencia, que narra la historia y el contenido de los últimos relatos y poemas, los últimos pensamientos y acontecimientos de la vida de Miguel Hernández y el legado dedicado a su hijo, Manuel Miguel Hernández Manresa.
La exposición recorre lo que posiblemente son los últimos escritos del poeta, estos cuatro cuentos infantiles convertidos en librillo ilustrado por un compañero de prisión, Eusebio Oca, como pieza principal, pero no única; «aportaciones críticas sobre este momento final de su obra, pinturas de quienes le acompañaban en sus días finales, contribuciones de quienes han estudiado este ejemplo de la literatura universal, recorre otros momentos de la muestra […]» tal y como describe el comisario, José Carlos Rovira; un último libro póstumo inacabado, el Cancionero y romancero de ausencias; correspondencia personal, y juguetes y recipientes para llevar comida que sirvieron de portadores secretos de versos, cartas y relatos, y otros objetos relacionados con estos.
Exploración de la relación entre el discurso y la arquitectura
Se intenta hacer una representación de su localización natal, su localización física en prisión, y su anhelo de libertad.
Se han buscado otros materiales como ilustraciones de compañeros de celda, juguetes que fabricó para su hijo, o incluso la cama para apoyar el discurso. Estos materiales de exposición, se fueron definiendo junto con el comisario para completar el discurso expositivo.
Miguel Hernández. El Poeta Que Hacía Juguetes por Rocamora. Fotografía cortesia del estudio.
Todo esto se apoya museográficamente en la representación de la celda a través de la cama, el suelo retroiluminado construido con la textura de la tierra de los huertos de limoneros de Orihuela (y tierra real dentro de las letras), y por encima, la nube de lecheras que representa el sueño de libertad, a través del objeto (lechera) que era el que le permitía sacar los cuentos y cartas para sus familiares y amigos.
La gráfica, además de tener un timeline sobre los hitos más importantes, también representa a los personajes que rodean a Miguel Hernández.
Proyecto Museográfico
Memoria del Proyecto
«Miguel Hernández: el poeta que hacía juguetes. Últimos cuentos y ausencias para su hijo».
Un manuscrito original de 1941, un montón de hojas de papel higiénico cosidas con hilo en la parte superior, cuatro cuentos infantiles y algunos dibujos realizados a lápiz; las piezas clave desde las que surge un pequeño universo hecho de metáforas de libertad, de infancia y de ausencia. Un universo que se materializa en exposición museográfica y que narra la historia y el contenido de los últimos relatos y poemas, los últimos pensamientos y acontecimientos de la vida de Miguel Hernández y el legado dedicado a su hijo Manuel Miguel Hernández Manresa, Manolillo.
Un proyecto emocionante, por lo cercano, y especial por su contenido, posiblemente los últimos escritos del poeta desde el Reformatorio de Adultos de Alicante al que llegó en 1941 y en el que falleció de tuberculosis unos meses más tarde, en marzo de 1942. La exposición se desarrolla en torno a una escenografía que recrea la celda del poeta, espacio testigo de sus últimas obras, y desde la que asciende una nube de lecheras que representan la libertad de la palabra sobrevolando las paredes de la prisión alicantina. Cuatro cuentos infantiles convertidos en un libro ilustrado por un compañero de prisión, Eusebio Oca; un último libro póstumo inacabado, el Cancionero y romancero de ausencias; correspondencia personal con su casa, con su Josefina, con su familia; juguetes hechos por el poeta para su hijo, y la lechera original, portadora de secretos, de versos y relatos. El espacio de la exposición, otro lugar único y espectacular, la Antesala del Salón de Lectura María Moliner en la Biblioteca Nacional de España.
Miguel Hernández. El Poeta Que Hacía Juguetes por Rocamora. Fotografía cortesia del estudio.
Lecheras
Esta exposición se construye y articula a través de una nube de lecheras de hojalata que se «evaporan», como alegoría de la libertad, de cómo el poeta logró escapar de la cárcel y alcanzar la libertad a través de sus cuentos y poemas ocultos en la tapa de la lechera que en la exposición se puede ver.
Cada vez que le visitaba su mujer, Josefina Manresa, a la cárcel de Alicante, le llevaba leche de cabra en una lechera, expuesta en la vitrina de la exposición. Cuando se despedían, el poeta le daba unas pequeñas bolitas de papel manuscritas que ella ocultaba en la tapa de la lechera.
Estas bolitas recopiladas por Josefina más tarde contenían escritos que, como si del espíritu del poeta se tratara, como interfaz entre la cárcel y la libertad, salen ocultos en aquella humilde lechera de hojalata, alcanzado la libertad y llegando hasta nosotros.
Suelo
El suelo de la celda, retroiluminado, en exposición, es un calco real del suelo de tierra de un huerto de limoneros de Orihuela, recién regado y craquelado por el sol, trasladado a este pavimento como lámpara, vaporoso, que sirve de soporte a la cama y de ahí, a la nube ascensional de las lecheras que escapan y alcanzan la libertad.
En la cama de lecho iluminado, sucesión del suelo, esconde en su interior en pequeñas grietas tierra real del huerto de Orihuela, la ciudad natal de Miguel Hernández, tierra real que se ha depositado en Madrid, para tener así el espíritu del poeta allí, junto a los últimos cuentos y juguetes construidos para su hijo en la cárcel meses antes de morir.
Miguel Hernández. El Poeta Que Hacía Juguetes por Rocamora. Fotografía cortesia del estudio.
Discurso museográfico
El discurso museográfico se construye a partir de una escenografía central que recrea la celda que el poeta ocupó en el Reformatorio de Adultos de Alicante donde se incluye una estructura de cama metálica, y que reproduce una textura que evoca la tierra de Orihuela, tierra de Miguel Hernández, de forma testimonial, tanto para el pavimento como a modo de colchón del somier metálico.
Partiendo de la celda, una lechera se eleva desde la cama ascendiendo, seguida de toda una nube de lecheras de latón que recrean aquel recipiente en cuya tapa se introducían mensajes de ida y vuelta, manuscritos originales, relatos infantiles y cartas para su casa. Una nube que representa una alegoría a la libertad, un portador de mensajes que consigue traspasar los muros de esa celda física y mental que encierra al poeta. Como parte de la escenografía, el manuscrito de cuentos infantiles, pieza clave de la exposición, en una vitrina.
El resto de la muestra se compone de tres partes fundamentalmente: en primer lugar, el vestíbulo, con una entrada grafiada para recepción de la muestra; por otro lado, un lienzo gráfico a lo largo de todo un lateral que recoge una línea temporal, biográfica, de Miguel Hernández, que parte del momento de su detención en la frontera de Huelva con Portugal en 1939, hasta su fallecimiento en la enfermería del Reformatorio de Adultos de Alicante en marzo de 1942, y que narra los principales acontecimientos relacionados con la vida del poeta y con los objetos y escritos protagonistas de la exposición, dándoles contextos histórico y emocional.
Por último, una línea de vitrinas en el lateral contrario al anterior, que aloja objetos originales, reproducciones y facsímiles que acompañan a la escenografía y la completan, que nutren la muestra y contextualizan la historia de los últimos años de Miguel Hernández, y cuya información completan el lienzo gráfico y un audiovisual.
El recorrido de la arquitectura museográfica es de tipo circular y en el sentido de las agujas del reloj.
Miguel Hernández. El Poeta Que Hacía Juguetes por Rocamora. Fotografía cortesia del estudio.
Accesibilidad
El proyecto es accesible a nivel físico, pero también cognitivo y sensorial. Todos los recursos de interpretación incluidos en la propuesta se rigen por las pautas de Diseño Universal (tipo de letra y tamaño, distancia de lectura, contraste cromático) para democratización de la información.
El espacio libre tiene las dimensiones mínimas de accesibilidad.
La gráfica, audiovisual y vitrinas tienen una altura adecuada para todos los públicos (adultos, niños, personas en silla de ruedas). Hay un audiovisual ambiental.
Innovaciones Constructivas
Detalles constructivos destacados en el proyecto
El proyecto innovador de la exposición incorpora un techo compuesto por «lecheras» suspendidas, dispuestas de manera que sugieren la imagen de una nube en vuelo. Este enfoque visualmente impactante se ha concebido teniendo en cuenta las perspectivas de las cámaras de vigilancia, asegurando que no interfieran con la visibilidad. La elección de una estructura Truss se basa en su rentabilidad en términos de alquiler, su robustez y la capacidad de estabilizarse sin causar daños al suelo. Para las bases de las piezas, se utiliza EPS, no solo por su contribución a la reducción de costos y tiempos de producción, sino también por la flexibilidad que ofrece en la creación de geometrías atractivas para el soporte de las obras.
El uso de textil imprimible con tintas ecosolventes agrega una dimensión creativa, permitiendo la personalización de superficies de manera sostenible. Además, se destaca la iniciativa de reciclar vitrinas de la BNE, integrándolas de manera única en el proyecto expositivo. El suelo retroiluminado, construido con la textura real de la tierra de los huertos de limoneros de Orihuela dentro de las letras, añade una capa narrativa y sensorial, conectando visualmente al espectador con el contexto temático de la exposición.
Sostenibilidad y Reutilización
El enfoque sostenible en la construcción de la exposición se manifiesta a través de estrategias conscientes, destacando ejemplos notables de reutilización de materiales y elementos. La decisión de optar por el alquiler de truss no solo se traduce en una medida económica, sino que también implica la reutilización de una estructura existente, minimizando así la demanda de recursos y reduciendo el impacto ambiental asociado con la producción de nuevos elementos. Asimismo, la elección de reutilizar las vitrinas de la Biblioteca Nacional de España (BNE), dotándolas de nuevas bases para la presentación de documentos, ejemplifica un compromiso efectivo con la sostenibilidad al dar una segunda vida a elementos ya existentes. Estas estrategias no solo demuestran un enfoque responsable hacia los recursos, sino que también contribuyen a la construcción de una exposición que refleja valores de resiliencia y conciencia ambiental.