Este edificio se concibe con un programa de restaurante-terraza con capacidad de albergar experiencias culinarias de diversa índole.
Hay una alta sensibilidad palpable a la hora de potenciar ciertos conceptos en la obra, como el papel que juega la luz, la ventilación o una nueva geometría perceptiva extensa. Se trata de conceptos muy ligados al confinamiento que ha provocado el Covid-19 y que resaltan la importancia de los sentidos sensoriales como la visión y el tacto.
Descripción del proyecto por Esculpir el Aire
Una respuesta de diseño frente al Covid
El proyecto para «El Pabellón de Luz» nace de ofrecer nuevas respuestas –transformando conceptos arquitectónicos primitivos– a partir de las nuevas preguntas formuladas por la nueva situación vital experimentada frente al Covid 19: ¿qué es lo que somos y qué nos permitirá seguir siéndolo a través de nuestras experiencias?
Una experiencia de nuevas sensaciones
«El Pabellón de Luz» es una construcción conceptual que trabaja principalmente con el blanco ofreciendo una pieza pura que transforma la luz a su paso y permite el libre movimiento del aire a través. Se trata de un pequeño edificio que se ofrece como Pabellón-Restaurante Terraza para posibilitar nuevas experiencias espaciales en un entorno de encuentros culinarios, donde la luz sea percibida distinta de día que de noche en el momento en el que la iluminación artificial nos emocione –a través de la piel de la arquitectura– como si de un truco de magia se tratase.
Potenciar lo visual, pero principalmente lo táctil
El confinamiento nos ayudó a recordar que, tanto los espacios abiertos y la ventilación, así como la importancia del sentido del tacto, son imprescindibles para nuestras experiencias vitales. Por medio de este proyecto, se vuelven a potenciar los aspectos visuales de la arquitectura (diagonales abiertas, interdependencia de espacios abiertos-cerrados / interiores-exteriores) y también sus aspectos táctiles, aportando «geometrías de percepción de interioridad» donde las texturas de la piel de la arquitectura dialogan con la piel de los usuarios a través de la manipulación formal de la materia.
La fluidez del espacio
El Pabellón de Luz opera con la fluidez conjunta del espacio exterior y del espacio interior, proponiendo un nuevo espacio experiencial que se estructura por medio de una secuencia de episodios espaciales interrelacionados que vinculan la escala humana con la escala del entorno y, también, con los aspectos climáticos y ambientales del lugar –ángulo del sol (incidencia solar), ventilación natural, transpiración a través de la piel, temperatura y humedad, etc.–.
Una geometría de flujos
La geometría final del Pabellón se obtiene al materializar aquellos elementos constructivos mínimos imprescindibles que posibilitan el doble flujo de movimiento que se produce en el paisaje abierto: el primero, mediante el trazado de un recorrido peatonal principal de entrada y salida de los usuarios que llegan desde el aparcamiento adyacente; el segundo, mediante el trazado de los recorridos que establecen los camareros desde la cocina del restaurante anexo hasta los espacios de trabajo del Pabellón.
Una envolvente ligera
Las paredes sólidas y pesadas de las habituales construcciones se han transformado en ligeras pieles que transpiran la luz y el aire de una forma tamizada y sutil –como si fueran elementos textiles– mediante la relación de superposición que se propone entre dos chapas metálicas paralelas de color blanco que han sido manipuladas mediante plegados y perforaciones –separadas por medio de una estructura metálica interior lacada en color negro–, del mismo modo que lo hace nuestra piel con la luz y con el aire que nos envuelven.