
El proyecto de Davide Macullo Architects, cuyas fachadas hieráticas se revisten con una estructura tridimensional de formas geométricas que funciona como jardinera para los apartamentos, se configura en torno a una cuadrícula perfectamente cuadrada que sirve como pivote para la rotación tanto de sus espacios interiores como de sus salientes. De este modo, aprovecha las diferentes orientaciones, la luz solar mediterránea y su refracción, fundiéndose con la naturaleza y con el paso del tiempo.
El edificio, estructurado en dos volúmenes principales que giran sobre sí mismos para aprovechar la intensidad del sol, ha sido concebido para que el color del hormigón prefabricado que lo compone se divida en cinco tonos y refleje la paleta cromática de su entorno. Se sumerge en la magnificencia de su contexto y se apoya sobre él de manera respetuosa, prescindiendo de trucos tecnológicos y complicaciones innecesarias, y asegurando así un enfoque sostenible.

«Las hojas» por Davide Macullo Architects. Visualización por Davide Macullo Architects.
Descripción del proyecto por Davide Macullo Architects
Vlorë es la Riviera de Albania, enclavada en las colinas entre el mar y las montañas, frente al atardecer, un lugar protegido por los picos lejanos que transmiten el movimiento ondulante de la corteza geológica terrestre y empujan, entre los surcos tallados por el agua, los conos fértiles donde la vegetación se arraiga, nutriendo tanto el cuerpo como el espíritu.
Una lectura del territorio, liberada de los errores de su construcción artificial, nos reconecta con los elementos fundamentales que debemos considerar para responder a la pregunta de por qué construir en un lugar tan sagrado.

La intersección de los contornos del terreno revela la magia de este sitio, donde convergen los pliegues de la tierra, precisamente aquí. Un colector de energías del que dejamos que brote un árbol de vida. La representación de la naturaleza es el alma del arte que la humanidad ha producido a lo largo de su existencia, pero a pesar de celebrarla, los torpes intentos de la humanidad nunca han alcanzado la belleza de la naturaleza misma. Nos encontramos ante un telón de fondo de poderoso impacto visual, marcado por las escarpadas paredes de roca que miran hacia el mar Mediterráneo. Una escena de Apocalipsis vista desde la formación natural del terreno, un placer para las emociones y los sentidos. Más allá de la construcción estándar de edificios que inundan el lugar sin alterar sus características antiguas, sólo la belleza de la naturaleza juega con los sentidos: desde la vista hasta el olfato, pasando por el tacto de la brisa marina, hasta los gritos de las gaviotas.
El edificio se estructura en dos volúmenes, que giran sobre sí mismos para ofrecer superficies reflectantes a la luz mediterránea y aprovechar su intensidad. Las fachadas hieráticas se revisten de un diseño tridimensional de formas geométricas que funcionan como jardineras para los jardines de los apartamentos. Los elementos salientes reflejan la luz natural, haciendo eco a las hojas de las copas de los árboles, la refracción de la luz y las partes sombreadas, marcadas no por diagonales sino por horizontales y verticales, deconstruyen el volumen, haciéndolo permeable y ligero. El color del hormigón prefabricado, dividido en cinco tonos, refleja la paleta de colores de la naturaleza circundante a lo largo de las cuatro estaciones, haciendo que el edificio se sumerja por completo en la magnificencia de su contexto natural. Los elementos salientes también sirven como protección solar durante el verano, proporcionando una sombra ideal y permitiendo que los interiores se inunden de luz durante los meses de invierno. La atención a la sostenibilidad se logra solo a través de los elementos arquitectónicos, sin recurrir a trucos tecnológicos, eliminando complicaciones innecesarias y asegurando un enfoque genuino del Genius Loci.

La cuadrícula perfectamente cuadrada de la planta resalta el papel central del edificio en relación con las ondulaciones del terreno. El cuadrado, al ser una forma centrípeta, actúa como pivote para la rotación tanto de su contexto como de los salientes, que evocan un movimiento en espiral o helicoidal.
No es un edificio, sino una marca significativa en el territorio, un signo de comprensión y respeto por un lugar, convirtiéndose en un lugar en sí mismo, porque una vez construido será imposible imaginar aquí algo más que no hable de las mismas razones de su creación, sus alegrías y sus pasiones.