La apariencia de las fachadas se caracteriza por tener una mayor proporción de espacios vacíos que de llenos. Se prioriza una disminución de la anchura de las ventanas dando una sensación de mayor veticalidad y propiciando la oportunidad de establecer una hoja de carpintería unificada. Esta decisión compositiva se adopta con la intención de romper con las proporciones modernistas que caracteriza a las fachadas de Barcelona y alrededores.
Descripción del proyecto por CRÜ
Situada en Collblanc, un barrio de memoria obrera y en boyante efervescencia del Hospitalet de Llobregat, se levanta la Rocío en una parcela irregular entre medianeras ubicada en una calle peatonal de la periferia del barrio, límite invisible en el que se funden Barcelona y el Hospitalet.
La planta tipo de proporciones perfectamente cuadradas (13,5 x 13,5 metros) es el resultado de aplicar de manera literal la profundidad edificable permitida por la normativa urbanística del municipio. Con el perímetro definido y un encargo que solicitaba encajar 6 apartamentos en una altura reguladora máxima de planta baja + 2, la matemática concluyó en la inserción de 2 apartamentos pasantes por planta con el núcleo de escaleras perpendicular a la fachada posterior como pieza intermedia.
La colocación del núcleo vertical en esta posición intersticial permitía resolver varias problemáticas clásicas de los edificios plurifamiliares: alejar las zonas de noche de ambos apartamentos, generando una cavidad de aire entre ellas y reduciendo así la contaminación acústica; y por otro lado dar acceso a cada apartamento por un punto central de la planta, evitando circulaciones maratonianas para dar cobertura a todas las estancias del piso.
En el interior sólo se introduce una caja exenta de 3 x 4,5 metros que se fragmenta transversalmente por dos huecos enfrentados que dan acceso a su interior desde los distribuidores laterales. La caja a nivel programático resuelve el resto de necesidades de una vivienda: se coloca en planta de manera que zonifica nítidamente las áreas de día y de noche; y asume todo el programa de servicios exigibles en una vivienda: cocina, instalaciones, baño y almacenaje.
Las dos fachadas se piensan como una revisión intrépida y desacomplejada de la fachada modernista que compone el plano vertical de Barcelona y sus alrededores. Los cánones del modernismo se deforman en una anchura de vacío superior al lleno, en una proporción de 1 es a ½. También se apuesta por disminuir la anchura clásica del vacío para conseguir una proporción del hueco más vertical, capaz de cerrarse con carpinterías de una sola hoja. Un azul mediterráneo tiñe uniformemente la superficie. El azul en la fachada delantera recula ligeramente en sección y una planta en alzado para evitar el contacto con la calle y dar espacio a un zócalo basto de mortero endurecido.
Este azul cobalto oscuro se transporta también al interior para materializar las entrañas de la caja (el baño) y el falso techo que la corona, con tal de obtener una lectura continua y total desde fuera hacia dentro y viceversa. El pavimento se acaba con un terrazzo de toda la vida de 40 x 40 cm que cubre homogéneamente el suelo. La última capa son unas persianas alicantinas –también reversionadas– que hacen de pestañas de los huecos en fachada, dibujando un baile sutil pero constante con su vuelo.