Descripción del proyecto por Roberto Ercilla, Alcolea + Tárrago arquitectos y Lecumberri & Cidoncha
El Pabellón de Gobierno reunirá los distintos servicios administrativos para la Universidad de Málaga y las oficinas del rector y vicerrectores, ahora localizados en distintos edificios. A la propuesta se añade un paraninfo de 800 asientos y la urbanización de los espacios exteriores con un aparcamiento para 240 plazas y un auditorio al aire libre.
Se parte de la premisa por la que en función de cómo se organice el espacio de gobierno, cómo se dispongan los espacios administrativos y qué comportamientos puedan darse mediante la arquitectura, así será la propia Universidad. Los espacios de gobierno y de administración, al igual que los de representación, deben desempeñar un papel clave en la imagen de la Universidad de Málaga.
Se propone una arquitectura de medios proporcionados, tanto en lo constructivo como en lo tecnológico. El pabellón de gobierno se articula alrededor de dos patios de vegetación densa, con especies adaptadas a la falta de agua para generar un interior protegido, dominado de sombra y frescor. Los patios controlan temperatura, humedad y ventilación de forma natural. Se genera un espacio de gran valor medioambiental al que vuelcan los espacios administrativos y con clara capacidad representativa e icónica. De hecho, las sedes y edificios universitarios se han organizado tradicionalmente a lo largo de la historia replicando la tipología del patio, la plaza pública, el claustro, o el courtyard. Esto ha conformado su imagen más representativa, desde Bolonia (1088) a Cambridge (1209), pasando por La Sorbona (1257) o Alcalá de Henares (1499).
Los usos se resuelven de forma sencilla y funcional, utilizando el perímetro como banda de servicios (escaleras de evacuación, aseos, archivos vivos, cuartos de telecomunicaciones y salas de reuniones). Se libera el resto para ser ocupado en áreas de trabajo abiertas capaces de transformarse según las necesidades. Se busca así una arquitectura sencilla, de contención expresiva y vagas reminiscencias a los elementos de la arquitectura popular. Una arquitectura lírica, sin recursos desproporcionados y coherente con los objetivos que se plantean, por tanto sostenible y sensata por definición.