El Lever House, situado en el Midtown de Manhattan, marco un paradigma dentro de la arquitectura corporativa de los Estados Unidos cuando finalizo su construcción en 1952. Fue proyectado por el arquitecto Gordon Bunshaft y Natalie de Blois, socios de la firma Skidmore, Owings y Merrill (SOM). Junto al Seagram Building de Mies van del Rohe, son dos de los edificios más importantes de la arquitectura moderna en Nueva York.
El proyecto fue encargado por la empresa Lever Brothers en busca de una nueva identidad corporativa. Bunshaft respondido a los deseos de su cliente con un edificio de forma prismatica de 21 pisos con losas similares, un podio horizontal que se separa del suelo por pilotes y que a su vez crea un patio en la planta baja y una terraza en la parte superior. La estructura del edificio se oculta detrás de una fachada de cristal pulido cuadriculada -un símbolo del racionalismo corporativo-.
Para Lewis Mumford (1895-1990), el Lever House es el primer edificio de oficinas en el que los materiales modernos, la construcción moderna y las funciones de la modernidad se aunaron en un solo ente. Al momento de su inauguración el edificio era ya un símbolo de la arquitectura, no solo por su imagen sino por las diversas innovaciones tecnológicas que contenía: en primer lugar, fue uno de los primeros edificios en incorporar un sistema de aire acondicionado integral con la intención de sellar completamente el edificio y poder crear una envolvente delgada. En segundo lugar, se incorpora una Gondola de limpieza para el mantenimiento de dicha envolvente pues todo el cerramiento era totalmente hermético, y por último, se instala una trasportadora de correspondencia que vincula todos los pisos.
En el muro cortina miesiano, la posición externa de los montantes tenía un sentido no exclusivamente tectónico, proporcionando relieve y tectonicidad maquinista a las fachadas de vidrio. La imagen desmaterializada del edificio se crea al esconder los montantes detrás de una fina piel de cristal, por lo que estos parecen flotar, sin peso, como si la estructura no existirá. Esto permite ofrecer al exterior cualidades del pan de verre, como planeidad en los prismas puros declarada por Le Corbusier y reinterpretada por Gordon Bunshaft (Skidmore, Owing & Merrill, SOM) en este edificio y en otros, como por ejemplo: la Pepsi-Cola Headquarters (Nueva York, 1958-1959). Aún teniendo cristales de una sola hoja vidrio.
Los edificios de Bunshaft muestran así una imagen de planeidad alternativa a la sutil volumetría del muro cortina miesiano, imagen que adoptaron sus contemporáneos, en un periodo en el que las vinculaciones formales del rascacielos van a desplazarse del universo maquinista hacia la abstracción de las practicas plásticas coetáneas, en especial a la abstracción reduccionista del minimal-art.
El proyecto que se realizo en uno de los lugares más exclusivos de Nueva York, responde con un gesto urbanístico, al dejar de lado los criterios económicos, Bunshaft decide liberar un espacio próximo al edificio, retranqueando la torre y dejando que solo las plantas del podio lleguen a extremos del solar, respondiendo así a la Ley de Zonificación de 1916. Mies van der Rohe hace algo parecido a Bunshaft para el Seagram en 1957, en un solar enfrentado al Lever House, con la diferencia que Mies retranquea todo el edificio y crea una plaza pública poniendo en relieve el edificio y distanciándose de la tendencia a llevar al límite la construcción de rascacielos, en favor del crecimiento urbano.
En 1982, después de una larga batalla para no demoler el edificio, se designa el Lever House como lugar de referencia en Nueva York e introducido en el Registro Nacional de Lugares Históricos en 1983. El edificio, que fue construido con un presupuesto de 7 millones de dólares en 1952, fue restaurado en 1998 con un presupuesto de 25 millones de dólares.
El 29 de abril de 1952 se inaugura en el Midtown de Manhattan, el primer edificio de Nueva York con una envolvente totalmente de cristal: la Lever House. Ésta ambicionaba sorprender a una metrópolis donde el rascacielos era la tipología reinante, y lo logró.
Nueva York, que por entonces ostentaba sistemas constructivos en los cuales la envolvente constaba de muros perforados por ventanales, ahora exhibía un elegante rascacielos vestido de vidrios de color verde azulado.
La innovación de colocar una góndola para mantener los vidrios impecables, hacía de la edificación un atractivo espectáculo para el ciudadano.
Nueva York, que por entonces ostentaba sistemas constructivos en los cuales la envolvente constaba de muros perforados por ventanales, ahora exhibía un elegante rascacielos vestido de vidrios de color verde azulado.
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