Editorial |
Primavera 2006 - José Juan Barba

Cuando todo el mundo creía que la idea de "lugar" había pasado a un segundo plano uno de los principales eventos del mundo de la arquitectura viene a resituarla nuevamente y por ello sería casi imposible comenzar este texto sin comentar la exposición "On site" del MoMA de Nueva York.

La exposición, uno de los acontecimientos más importantes de la arquitectura española de los últimos años, se ha centrado, como aclara el subtítulo de la misma: "On site: new architecture in Spain", en las obras que sobre nuestro territorio se han producido recientemente.

La importancia de la muestra, su importante empuje y su extraordinario reconocimiento a la labor de los arquitectos que trabajan en España, deja algunas dudas. Independientemente de la selección realizada para dicha exposición, que podía haber sido diferente sin dejar fuera arquitectos y obras significativas, y que podía haberse realizado con mayor calado teórico, la realidad de lo que está ocurriendo en nuestro país obliga a realizar un análisis más cercano, tan cercano como el que podemos realizar cuando nos acercamos al "lugar" en el que se cristaliza el proyecto arquitectónico. Y, si de algo nos acordamos al ver la muestra es sin lugar a dudas del "lugar".

Si miramos la definición que de "site" da el diccionario de la Universidad de Oxford dice: "ground chosen or used for a town or building". "Sobre el lugar", "en el lugar", podrían ser las traducciones del título de la exposición, y dado el carácter ambiguo de la misma, en lo que a su estructura teórica se refiere, es quizá este aspecto el que lleva a una mayor preocupación si revisamos -no es necesario poner mucha atención- los periódicos y televisiones para ver qué está ocurriendo "sobre el lugar" en el que se están realizando uno de los mayores procesos de colonización y especulación del territorio.

Publicaciones como las de Greenpeace, "Destrucción a toda Costa", analizan los procesos de construcción sobre la costa española, muy superiores a los ocurridos en los años 70 del siglo pasado, que son el resultado de un modelo de crecimiento económico al que dio soporte o su pistoletazo legal la Ley Estatal del Suelo de 1997. En "teoría" la economía lo demandaba como necesidad básica, pues la actividad constructiva y la principal industria de nuestro país no podían parar sin que ello significase un frenazo económico, además también en "teoría", esta ley haría que bajasen los precios de la vivienda.

El territorio se presentó y se convirtió en ese contexto o espacio soporte para la colonización e impermeabilización que los nuevos cow boys del cemento y del ladrillo han venido desarrollando en los últimos años, sin que ello significase, sino muy al contrario, que los precios o el problema de la vivienda se resolviese o mejorase.

Ante un panorama así, el territorio o más concretamente la urbanización del territorio ha sido ignorado en la muestra. La ausencia de concreción teórica de la muestra, en este aspecto, no deja claro si ello responde al anodino resultado que muestran el 99% de las nuevas áreas urbanizadas. La exposición se ha presentado como un cúmulo de "volúmenes bajo el sol", las fotografías, las maquetas, prácticamente nada habla del "lugar" de la arquitectura, de su territorio, de su urbanismo, incluso si se quiere, del carácter metropolitano de la arquitectura.

A pesar de ser la construcción la principal industria del país, España era una de las zonas de la Unión Europea con más territorio y naturaleza virgen. La estructura compacta, densa y compleja de sus ciudades había llevado a hablar de un modelo de ciudad mediterráneo, no difuso, no de crecimiento en mancha de aceite, que a pesar de algunas fisuras tan solo salta por los aires en los últimos años.

A pesar de ello y de que la actividad de la arquitectura expuesta en Nueva York no represente ni tan siquiera el 1 % de la actividad constructiva en nuestro país, el reflejo de una arquitectura posible hace pensar que en España, si no se entiende esta exposición como el canto del cisne de la arquitectura sino como el caldo de cultivo de lo que está por venir, nos debemos felicitar porque la muestra prueba, como la punta de un iceberg, que existe el instrumental y una buena cantera de arquitectos para que las cosas, si se enfocan en otro sentido, puedan llegar a hacerse mucho mejor con el territorio.

Todos deseamos que lo que algunos consideran un sólido vínculo con la tierra, ahora que los fondos europeos comienzan a retirarse hacia los nuevos miembros de la Unión, realmente se demuestre como un verdadero vínculo con el territorio a través de propuestas que enraícen con el suelo y no con el desarrollo especulativo de las infraestructuras, instrumentos que deben pasar de ser venas de polución del territorio a ser soporte regenerador de la vida en comunidad y del diálogo con un entorno que no es infinito y que tenemos que dejar de consumir como si se tratase de un bien inagotable.

Frente a la imagen de la cabaña de Viollet-le-Duc, donde los hombres embrutecidos construyen la cabaña para protegerse del lugar, prefiero la imagen de la cabaña de Laugier que toma la naturaleza del lugar como referente para realizar la arquitectura.

Primavera 2006 - José Juan Barba