El aire de la ciudad me ha sacado de los cerrados y «celosos» espacios museísticos a la calle. Seguí colaborando con los museos, pero al aire libre y, de esta manera comencé a crear obras para el espacio urbano. El arte ha dejado de ser una acción privada, permitiendo a los ciudadanos disfrutarlo sin apenas desviarse de sus rutinas.
Al principio, empecé con instalaciones más efímeras hechas a mano con cinta adhesiva sobre plástico industrial con ayuda de un equipo de estudiantes, pero poco a poco la cinta fue sustituida por materiales más duraderos como la madera, el aluminio y el vidrio, y los estudiantes por empresas de construcción. Las fachadas se convirtieron en escuelas, estaciones de autobuses, hoteles, etc.
Creaba dibujos gigantescos en 3D o más bien grabados ampliando el panorama urbano con una serie de citas a la cultura. Se podría decir que mis instalaciones han salido de una carpeta de dibujos. En una galería austriaca incluso se realizó una exposición en la que los dibujos y papeles salían de la ventana para dispersarse por la ciudad. Otro ejemplo de estas obras fue el Barrio Blanco, que se hizo en el patio del Museo Estatal de Artes Plásticas de Moscú presentando un negativo gigantesco de un grabado italiano que se guardaba en el edificio de al lado.
Creaba dibujos gigantescos en 3D o más bien grabados ampliando el panorama urbano con una serie de citas a la cultura. Se podría decir que mis instalaciones han salido de una carpeta de dibujos. En una galería austriaca incluso se realizó una exposición en la que los dibujos y papeles salían de la ventana para dispersarse por la ciudad. Otro ejemplo de estas obras fue el Barrio Blanco, que se hizo en el patio del Museo Estatal de Artes Plásticas de Moscú presentando un negativo gigantesco de un grabado italiano que se guardaba en el edificio de al lado.
Alexander Konstantinov