
El proyecto desarrollado por Paco Marqués y Luis Rubio propone la reutilización de este espléndido espacio para eventos y acontecimientos, considerándolo como una gran plaza cubierta y equipada. El proyecto muestra un cuidadoso trabajo de recuperación estructural, refuncionalización y rehabilitación que rescata este extraordinario espacio olvidado.
Se trata de un programa de pequeñas intervenciones de adaptación y adecuación que no confronta con la identidad de la arquitectura, como el hecho de que la rasante de la calle no coincida con la del edificio en algunas zonas, para lo cual se construyeron escaleras de acceso en el exterior. Los aseos se ubicaron en la planta sótano, que antes era una bodega. Los pasillos con bóveda de cañón hacen referencia a su antigua función.
La adecuación ambiental y de accesibilidad de este espacio exige una maquinaria cuya instalación desvirtuaría el edificio existente, por lo que se ha realizado un volumen anexo que la aloja y contiene un montacargas capaz de transportar tanto materiales como personas entre los dos niveles. Este se situó en el exterior para no generar cambios en la estructura ni en la espacialidad del lugar y así mantener su esencia.

Rehabilitación del antiguo Mercado de Santa Fe por Paco Marqués, Luis Rubio. Fotografía por Fernando Alda.
Descripción del proyecto por Paco Marqués y Luis Rubio
La construcción del Mercado de Santa Fe fue llevada a cabo por los arquitectos municipales Manuel Pérez y González y Francisco Monís entre 1899 y 1905. El edificio consiste fundamentalmente en una gran sala de planta cuadrada, de 43 metros de lado, cuya cubierta, soportada por 12 esbeltos pilares de fundición, aprovecha la máxima luz permitida por las cerchas Polonceau para dotar a la estructura de una escala y ligereza inéditas en su época. Desde un punto de vista urbano, cabe destacar el carácter enigmático y monumental que le confieren los pesados muros apilastrados y la repetitiva composición de las fachadas. Será en el encuentro con las diversas condiciones de contorno cuando esta arquitectura, radicalmente abstracta, establezca una relación específica con la ciudad.

El proyecto propone la utilización del vacío recuperado como una gran plaza cubierta equipada, llevando para ello a cabo las siguientes operaciones:
•Garantizar la continuidad de los recorridos, equipando con escaleras las salidas en las que la rasante de la calle no coincide con la del edificio.
•Ubicar los aseos y el almacén en la planta semisótano, antigua bodega del mercado. La restitución de la coherencia entre estructura espacial y funcional permite liberar la planta noble del edificio, dotándola de una alta flexibilidad de uso. De este modo también se evitan posibles afecciones en la envolvente derivadas de la necesidad de ventilación de dichos locales.

•Conectar ambos niveles mediante un montacargas que garantice la accesibilidad y facilite el trasiego de materiales. El deseo de recuperar la claridad espacial y conceptual originales conduce a situar este elemento en el exterior, lo que posibilita la eventual utilización independiente de ambas plantas. De este modo también se evita alterar el delicado sistema estructural, manteniendo intactas las bóvedas.
•Tecnificación del edificio intervenido. Se presta especial cuidado a la cualificación del espacio, tanto desde decisiones constructivas como desde el diseño de instalaciones. Dentro de las demandas impuestas, es importante considerar que la climatización de una sala de este volumen requiere una unidad exterior de gran tamaño, imposible de ubicar en el edificio existente.

Para responder de manera unitaria y pragmática a estas demandas, se decide construir un edificio anexo —que albergará una escalera, un montacargas y un patio de instalaciones insonorizado— hacia la plaza Dos de Mayo. En esta plaza, el proyecto original preveía un sistema de rampas para facilitar las labores de carga y descarga desde las bodegas situadas en planta semisótano, si bien finalmente fueron construidas unas escaleras, posteriormente demolidas, cuya huella se encuentra dibujada en la fachada. De manera análoga la ampliación se concibe como una pieza de servicio conectada al antiguo mercado, adaptando el edificio a las nuevas necesidades a partir de una lectura actualizada de su lógica interna, de su historia.
Se pretende que la nueva construcción resuene con el mercado a partir de su condición abstracta, ofreciendo así una respuesta conjunta al heterogéneo paisaje urbano. La geometría curva actúa como contrapunto a la solidez y estabilidad del mercado, mientras que los paneles de aluminio contrastan con la fábrica de ladrillo al tiempo que establecen un diálogo con los elementos de fundición que protagonizan el espacio interior.